Neymar, una respuesta para cada profecía
Cruyff: “Dos gallos no puede convivir en un mismo gallinero”
Cruyff le recibió a puerta gayola. ‘Yo no pondría dos jefes en el mismo barco, hay que aprender del pasado’. El último de la fila cuando se trata de reconocer errores y el primero si se trata de patear el trasero del presidente, lo tenía claro: ‘Dos gallos no puede convivir en un mismo gallinero’. Palabra sagrada de Johan y posterior efecto dominó: aficionados inquietos, entorno alerta, recelo sobre el brasileño y dedo acusador hacia la directiva. El tiempo, -Supergarcía mediante- ese juez insobornable que da y quita razones, ha puesto a cada uno en su sitio. Espoleados por la profecía de Cruyff, algunos echaron leña al fuego, engordando un estereotipo falso de Neymar. Primero se comentó que entraría en colisión con Messi y generaría una guerra de egos. Nada más aterrizar, el brasileño cogió con el paso cambiado a los falsos profetas. Se puso a las órdenes de Messi, asumió la tarea que le encomendó el entrenador, se aplicó en entender el sistema del equipo y dejó de potenciar sus estadísticas individuales para engordar las del colectivo. Como amor sólo es literatura si se escribe en la piel, Neymar refrendó sus palabras con hechos palpables. Respondiendo en el campo a cada imputación de sus fiscales.
Se dijo que era excéntrico, que era egoísta y que era caprichoso. Sus números reflejan su carácter altruista. Nueve asistencias de gol, ocho en Liga y una en Champions. Es el socio de todos, sólo superado por Fábregas. Y más allá de ser una pieza de difícil acomodo en el equipo, está siendo el benefactor número uno de Alexis. Se especuló que tardaría en acoplarse al fútbol europeo, que negociaba el esfuerzo y era poco comprometido en defensa. La evidencia es otra: se deja la piel en cada pelota dividida, presiona, mete la pierna, busca arriba y apoya en las coberturas defensivas. Orillado en el flanco izquierdo o como nueve embustero, Neymar parece llevar toda una vida en el equipo, progresa en sus prestaciones y hace mejores a sus compañeros. A cada patada recibida, un nuevo intento. A cada falacia, una sonrisa. A cada crítica, un gesto. A cada recelo, un gol clave. Y a cada estereotipo falso, un pase de gol. Neymar no ha sido un error grosero, sino un acierto mayúsculo. El autor de este texto es Rubén Uría. Leer artículo completo y ver hilo de debate en es.eurosport.yahoo.com.
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