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 19/02/2014

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Los amantes de Teruel, entre la historia y la leyenda

Cada año, y en honor a los amantes, se conmemora en la ciudad la fiesta de las Bodas de Isabel de Segura o fiesta de Los Amantes


Sucedió en el siglo XIII, en un edificio a mitad de lo que hoy es la calle de los Amantes, vivía don Martín de Marcilla, descendiente de don Blasco de Marcilla, uno de los audaces capitanes que en 1171, con el permiso del rey Alfonso II conquistó la villa de Teruel a los musulmanes.
Don Martín estaba casado con doña Constanza Pérez Tizón y del matrimonio nacieron tres hijos: don Sancho, don Diego y don Pedro.
La familia Marcilla era muy importante en el Teruel de aquel entonces, pues el propio don Martín de Marcilla fue Juez de Teruel durante los años 1192 y 1193.
Poseían una gran hacienda, pero en 1208 quedó empobrecida a causa de una terrible plaga de langosta que asoló la comarca de Teruel.
Muy próxima a la casa de los Marcilla, en lo que siempre se le ha conocido como el edificio de Sindicatos, vivía la familia de don Pedro de Segura, que aunque de menos linaje y nobleza que los Marcilla, había prosperado más por su dedicación al comercio, llegando a ser una de las familias más ricas de Teruel.
El matrimonio Segura tenía una hermosa hija, Isabel de Segura, con la que Diego de Marcilla jugó desde niño y entabló una gran amistad durante su adolescencia.
Con el transcurso del tiempo y casi sin darse cuenta, los juegos y la amistad se fueron transformando en un juego de amor. Y por fin llegó el día en que Diego, sintiéndose plenamente enamorado de Isabel, le declaró su amor y su ardiente deseo de tenerla por compañera por toda la eternidad. Isabel, que compartía tales sentimientos, aceptó la proposición y ambos comenzaron a imaginar planes maravillosos sin que nada se interpusiera en su camino por el momento.
Así, enamorados, y de mutuo acuerdo, llegó el momento en que Diego, confiado y esperanzado, consideró necesario proponer sus pretensiones al padre de Isabel.
Don Pedro, sopesando las ventajas e inconvenientes de tal enlace, y comprendiendo que económicamente no le beneficiaba la alianza de su hija con el segundón de los Marcilla, se negó rotundamente, anteponiendo la riqueza a la nobleza y el interés material al amor desinteresado, puro y limpio.
El duro golpe y el menosprecio recibido por Diego truncó todas sus alegrías y esperanzas, pasando de la felicidad más pura a la desesperación extremada.
Comprendiendo que era imposible la terquedad del que podía haber sido su suegro y que el único camino que había para conseguir a su amada, era enriquecerse, decidió partir en busca de riquezas, luchando en la guerra contra el infiel. Y así se lo hizo saber a Isabel: “Volveré un día a Teruel cargado de gloria para conseguir tu mano, o bien moriré como buen vasallo en la lucha”.
Llegado el momento de partir, Isabel, con gran amargura, le confesó sus miedos al peligro, la soledad, la tristeza y a la ausencia de noticias de él.
Comprendiendo Diego que el sacrificio de su amada era injusto si él moría en el campo de batalla, propuso establecer un plazo de espera durante el cual se guardarían ambos fidelidad mutua.
De mutuo acuerdo fijaron un plazo de cinco años, agotados los cuales Isabel quedaba libre, para que de esta manera no agotase su vida estérilmente.
La despedida debió ser enternecedora, y sucedió en la primavera del año 1212, año en que Diego de Marcilla se dirigió a Zaragoza para unirse al ejército del rey de Aragón don Pedro II y comenzar así su calvario.
Entre tanto, triste y sola, se quedaba Isabel en Teruel, oteando día tras día los lejanos horizontes, esperando.
Los días fueron pasando, las esperanzas se perdían e Isabel desvanecía cual flor marchita; ni siquiera los regalos de su padre para levantarle el ánimo le alegraban el espíritu. Y bien que se preocupaba de saber de Diego mediante las gentes venidas de Castilla a las cuales escuchaba con ansiedad sus relatos, pero era inútil, pues nadie sabía darle razón de él. Imaginando lo peor, ya no preguntaba a combatientes regresados ni a viajeros y mercaderes, sólo rezaba por él en Santa María de Mediavilla, San Pedro o el Salvador. Leer noticia completa en terueltirwal.es.

 
 
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