Después de casi tres meses de nuevo Ayuntamiento en Alzira, me gustaría dar mi opinión y decir que, sin duda alguna, hemos mejorado con respecto a lo que había antes.
He visto, por ejemplo, que se ha arreglado la valla de madera que va a la estación, se han retirado los carteles de la tamborá que eran ridículos, se va a intentar dar una solución al colegio Gloria Fuertes y muchos niños han podido comer durante este verano gracias a las escuelas de verano. En definitiva, una preocupación general que antes no había.
Sí que creo que Alzira está cambiando. Hemos pasado del coche oficial a que los concejales paseen por la ciudad (yo ya me he encontrado con algunos).
Por otra parte, parece ser que las predicciones de la derecha no se están cumpliendo. A mí nadie me ha obligado a hablar en catalán ni me ha prohibido hacerlo en castellano, en mi falla no han dicho que el próximo año no se plantará y en la cofradía de mi marido tampoco han avisado de que les han prohibido hacer la procesión del Viernes Santo.
Ahora que Alzira ha dejado de ser ‘el restaurante’ de algunos corruptos que venían aquí a comer paellas entre vítores y aplausos, espero que la ciudad vuelva a recuperar el lugar que ocupaba en los años 80 y 90 y que nunca debió abandonar.