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 02/11/2014

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Viaje a Cleopea (IV y V) | Relato literario de Eva Borondo

“Temblaba a su lado y su calor producía un hormigueo como de electricidad en contacto que me hizo perder la conciencia del tiempo”


11 de diciembre de 2008. Informe sobre progresos.
Desde que volvimos no ha parado de llover y el refugio se estaba convirtiendo en un pequeño espacio asfixiante dentro de la roca. Gracias a este momento de claridad que nos han permitido las nubes antes del anochecer he podido salir y tomar aire fresco.
El aire viene frío y húmedo, pero la sensación es buena, me despeja del letargo y consigo un momento de soledad.
Los ánimos en el equipo después de nuestra salida están en ebullición continua. La comandante Riske me increpa con indirectas mi descuido con Hamen en el exterior y él tiene los nervios exaltados por cualquier cosa que decimos. Este pesimismo se lo hemos contagiado a la doctora Kleime, que pasa muchas horas durmiendo en su saco.
Quizás es el tiempo o quizás es el desconcierto sobre los próximos pasos a seguir. La comandante se quedó confundida con nuestra vuelta inesperada y Hamen no quiso hablar en un día entero.
Oigo a Hamen, que ha salido de la cueva, pero no me buscará. Sabe que quiero estar sola. Seguramente irá a poner trampas para que mañana podamos comer carne.
Me ha puesto su mano fría en el cuello y se va riendo. Es la primera vez que le veo sonreír desde el incidente. No quiere que me sienta culpable.
Ayer me entró pánico durante la noche, mientras dormía muy superficialmente. Empecé a dar vueltas a la idea de que no volveríamos nunca y que la nave no regresaría jamás.
Esta mañana no he pensado en esas tonterías. Claro que volverán a por nosotros. No pueden dejarnos aquí. Se han dedicado muchos esfuerzos para esta misión y no se pueden perder junto a nosotros. Pero anoche… En fin, eso ya pasó.
Va desapareciendo la luz y con la oscuridad aumenta el sonido de la naturaleza. Es un canto maravilloso, de seres vivos entonando gritos de caza o de apareo, como nos explicó Kleime. Los sonidos de ramas y hojas que me asustaban al principio se me han vuelto familiares y mi corazón no se acelera con el aleteo de las aves nocturnas.
Ya apenas veo. Enciendo la linterna.
Quizás mañana haga buen tiempo y podamos salir a otra excursión. Me gustaría poder hablar con otro Civilizado, porque el que conocimos estaba demasiado intoxicado y no creo todo lo que me dijo. Él tampoco me creyó.
Hamen ha vuelto con maderas y me ha dicho que acabe pronto, que va a llover. Probablemente no volveré a hacer guardia esta noche porque con este tiempo estamos bien protegidos en el refugio. De todas formas debemos terminar el hueco que empezamos en la cueva del este por si tuviéramos que cambiar nuestra ubicación. El peligro, aunque no lo parezca, es constante.
Vuelve a llover. Me meto dentro.
Mina Svarzsky, control de seguridad de la Starneu.
 
17 de diciembre de 2008. Informe sobre progresos.
Hace frío y a Hamen le gusta ayudarme a dormir. Me abraza y me da calor toda la noche, pero hoy era tarde y aún seguía despierta. Bajo las mantas le oí agitarse en una respiración incómoda. Esta noche sus manos me acariciaban más suaves que nunca y, con el único reflejo que resbalaba en la piedra del interior de la cueva, sus ojos parecían de otro y su rostro era más bello.
Temblaba a su lado y su calor producía un hormigueo como de electricidad en contacto que me hizo perder la conciencia del tiempo.
Se colocó encima y ya no pude hacer nada. Me agarró el pelo y me tapó la boca porque mis gritos se rompían y desparramaban por el cuello y los labios.
Mis piernas lo atraparon para no perderlo y no tuve que dirigirlo, porque no era necesario.
Ahora fue entonces siempre, empujada en círculos de desvanecimientos, bajo un vapor de aroma a piel.
Quedé levitando en horizontal y fui perdiendo poco a poco su calor hasta que todo quedó concentrado en el corazón, una taza helicoidal de chocolate caliente.
Las aves diurnas han empezado a canturrear y he sentido ganas de salir fuera.
Está amaneciendo y me ha parecido un momento adecuado para retomar la redacción de la última expedición.
Ayer la doctora Kleime me acompañó de nuevo a la búsqueda de Civilizados cambiando la ruta anterior tras el encuentro con las fuerzas de control.
Según el localizador, si seguimos dirección norte encontraremos una zona habitada junto al mar. Mar: Masa de agua salada que cubre la mayor parte de la superficie del planeta. Eso es lo que describe el lexicón que recibimos en Arcadia en mensaje interespacial.
Fueron cuatro horas de camino por lo que convinimos que la próxima vez tendríamos que hacernos con un vehículo de algún tipo que nos permitiera más rapidez de movimientos.
A medida que caminábamos en el paseo dirección norte, un sonido que jamás habíamos escuchado antes empezó a crecer y, entre miedo y expectación, con pasos aturdidos por la dificultad de la subida, llegamos a la cima.
El mar, por fin, y a la izquierda el pueblo.
El agua está contenida por las fuerzas gravitacionales en un vaivén continuo que da la apariencia de calma, pero que por momentos impresiona que pueda desparramarse como una inundación que abarcaría más allá del lugar donde estamos.
El balanceo hipnótico de la masa acuática nos atrajo con paso impaciente, mientras la doctora Kleime sacaba de la mochila sus botes de muestras para llevar al refugio.
Con los pies hundidos observé la llegada y la huida del agua de mar. A veces impactaba en mis tobillos una aglomeración de espuma blanca y otras veces no parecía llevar la suficiente fuerza para hundirme más en este barrizal de conchas rotas y algas descosidas.
Kleime gritó a lo lejos. Había encontrado algo. Junto a ella el cadáver de un Civilizado se movía al ritmo de las olas en un baile espectral y decidimos llevárnoslo para examinarlo.
No sé qué ocurre, pero estoy escuchando ruidos. Temo que estemos en peligro. Estoy vien…
Mina Svarzsky, control de seguridad de la Starneu.
DESCODIFICACIÓN Y TRADUCCIÓN DEL CNI (Centro Nacional de Inteligencia)
 
   
El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
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