Ricardo Zamora, un mito divino

Lunes, 3 de febrero de 2014 | e6d.es
• Aglutinaba las virtudes de un arquero de excepción: reflejos felinos, nervios de acero, fuerte personalidad y una gran seguridad bajo palos

Fue el ícono del fútbol español en los años 20 y 30. Su imagen con gorra de tela y jersey de pico o cuello vuelto, según la estación del año, resulta inconfundible para los aficionados que aún saben de los méritos de aquel mítico portero apodado ‘El Divino’.
Ricardo Zamora aglutinaba las virtudes de un arquero de excepción: reflejos felinos, nervios de acero, fuerte personalidad y una gran seguridad bajo palos. Y una impresionante confianza en sus cualidades, tanta como para inventarse una parada propia, la 'zamorana', que consistía en despejar el balón con el antebrazo o codo: una suerte arriesgada y que pocos se atreven a replicar. Su leyenda en una cantera de porteros tan fructífera como la española es tan potente que incluso ha prestado su nombre al trofeo que distingue al arquero menos goleado de la liga nacional.
Podríamos considerarlo además el primer jugador español mediático, ya que fue protagonista de singulares anuncios y promociones en la incipiente industria publicitaria de los años 30. Como ejemplo, una cotizada colección de estampitas que, colocadas en orden, servían a los niños para pasar rápidamente y reproducir una parada de su ídolo en secuencia ‘animada’.


Con oposición paterna
Zamora empezó a jugar al fútbol cuando ese deporte apenas se estrenaba en España. Con 16 años fichó por el RCD Espanyol, pero un enfado con la directiva motivó su salida al eterno rival de los periquitos en el año 1919. Y eso a pesar de la presión familiar que insistía en que continuase la carrera de medicina, siguiendo los pasos de su padre.
“Les había prometido a mis padres que dejaría el fútbol para terminar mis estudios. Pero seguía reuniéndome con amigos para jugar y la directiva del Barça vino a hablar conmigo. Poco les costó convencerme de que volviese a tomar los botines y los guantes”, recordaba el portero que jugó tres temporadas en el FC Barcelona donde ganó sus primeros títulos. Pero a golpe de talonario le convencieron para volver a su club de cuna con el que disputó las dos primeras ediciones de la Liga Española, que echaba a andar en 1928.
Zamora fichó por el Real Madrid en 1930 en lo que fue el traspaso más caro del fútbol español en la época: 100.000 pesetas para su ex equipo, 50.000 para él y un sueldo de 3.000 al mes (unos 600, 300 y 18 euros respectivamente). En la época se consideraba, 'el sueldo de un ministro'. En el club merengue, donde se retiraría en 1936, conquistaría otra dos ligas y dos Copas de España, y hubiera levantando dos ‘trofeos Zamora’ como portero menos batido de haber existido en aquel entonces el citado premio (recibió 15 goles en 17 partidos en 1932, y 17 en 18 encuentros en 1933).
Se despidió profesionalmente con una actuación legendaria en la final de la Copa del Rey disputada apenas un mes después del estallido de la guerra civil española en 1936. En el duelo en Mestalla (Valencia) ante el eterno rival, el Barcelona, Zamora se erigió protagonista del 1-2 y acaparó los titulares de la prensa al día siguiente: “Zamora salvó el empate y sus posibles consecuencias peligrosas para el Madrid en una parada memorable”. Su acción deteniendo un gol cantado de Josep Escolá en la recta final del partido se consideró la clave del desenlace del juego y hasta la prensa catalana se rindió ante “la intuición de uno de los más grandes futbolistas españoles de todos los tiempos”. Leer noticia completa en fifa.com.