Rajoy, de ser incapaz de gobernar sus esfínteres a no poder gobernar un país

Jueves, 21 de marzo de 2013 | e6d.es
• Sensacionalista artículo de opinión de alertadigital.com

Dice Mariano Rajoy el simple que él gana poco dinero, unos 300.000 euros al año entre los que trajina del Partido Popular y lo que acarrea del Estado, por desgobernar el país y colocar a miles de españoles al borde del suicidio.
Eso es lo que se deduce de sus declaraciones de renta y patrimonio y no del dinero B que debe recibir tanto de su formación política como del Gobierno donde, al margen de los papeles de Barcenas, unos cuantos que vivimos del oficio de escribir sabemos perfectamente, que desde los tiempos inmemoriales cada fin de año en el Gobierno y en todos los ministerios se reparten “bufandas” y no precisamente de lana de cabra de Cashmere.
Lo importante aquí no es, sin embargo, la “miseria” que cobra el Presidente sino lo que nos cuesta tener un incapacitado para la política en La Moncloa. Porque ese individuo con tantas luces que se atreve a presumir de saber ganarse la vida fuera del Ejecutivo y oculta que necesita más de 500 asesores para simular que gobierna; que tiene la desfachatez y la altanería de asegurar que pierde dinero y que se sacrifica por todos nosotros, (cuando los españoles son conscientes que PP, PSOE, CiU y PNV son cuatro cuevas de ladrones), debería sacar a relucir también lo enormes gastos que supone tenerle a él, a Viri y a sus hijos en La Moncloa, que eso no es precisamente el chocolate del loro.
Porque, dejando al margen las prebendas del poder (más de 30 coches gratis, helicópteros gratis, aviones gratis tanto para viajar a Bruselas a escuchar y a decir si, si, si con la cabeza como para irse de vacaciones o a actos del partido, ese señor que come en Cáritas ni cena todas las noches en la Hermandad de Jesús el Pobre, dispone de los 500 asesores ya aludidos, de una docena de cocineros, otra de camareros, de una legión de secretarias, de correveidiles, celestinos, y alcahuetes para controlar a todos y cada uno de sus ministros, secretarios de Estado y hasta directores generales; de otra legión de recaderos y cuentistas para conectarle con la banca y las grandes corporaciones, de varios sacamantecas, un médico, de un barbero, un experto en manicura y hasta de un cura.
Y de otras legiones aún mayores y más inútiles. Porque sólo para evitar que algún ciudadano cabreado, de los muchos que hay al borde del suicidio, decida implantar la justicia medieval y le pegue dos tiros en la rabadilla, por delante y por detrás, el Palacio de la Moncloa está custodiado por más 500 guardia civiles; rodeado desde un kilómetro a la redonda antes de acercarse por centenares de funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía y de la policía secreta, que a su vez hacen de avanzadilla cuando se desplaza a alguna parte, controlan todos los itinerarios por cámaras de televisión desde el bunker del palacio presidencia y le acompañan hasta a mear en todas partes.
Un despliegue tan descomunal como innecesario. Porque, ¿Quién por muy chiflado que esté va a matar a Mariano Rajoy y a librarnos del tipo más inútil de la historia de España? Ni siquiera Antonio Tejero Molina se hubiera atrevido a ello en los tiempos en que Rodolfo Martín Villa mandó colocar la ikurriña en el País Vasco un día después de negar tres veces que la autorizaría y, presa de la natural indignación, el militar subió al ayuntamiento de San Sebastián y a punta de pistola obligó a su alcalde a “arrancar aquel trapo” y a colocar la enseña nacional, que ese fue el precedente del 23-F junto con lo que se inventó José Luis Cortina Prieto, tras ver 16 veces al Rey en febrero de 1981, y por eso todo fue una chapuza. Rajoy, y concluyó ya con este razonamiento, gana “poco” pero, céntimo arriba céntimo abajo, nos cuesta más de 250 millones de euros al año.
La verdad es que sí se comparan sus ingresos con los de Barak Obama (algo más de 800.000 dólares anuales) o los del presidente ruso Vladimir Putin (750.000) Rajoy gana una “miseria”. Pero Putin está dirigiendo el país más grande de la tierra en extensión, el que más rico en recursos fósiles y naturales y Obama es el amo del mayor imperio del planeta, el tipo de color que más ha mandado en la historia de la humanidad.
Lo cierto es que sumados los sueldos “legales” de los tres mandatarios más grandes del mundo (Rajoy lo es, no hay más que verlo) no llegan a lo que percibe el presidente o los consejeros ejecutivos de un banco mediano español. De ahí que si trabajaran en el sector privado y ganaran esas sumas tanto Putin, Obama o Rajoy serían tratados como unos pobres desgraciados.

Si, en cambio, se cotejan sus salarios con los servicios que prestan a sus respectivas sociedades habría que deducir todo lo contrario. Los tres junto François Holande y David Cameron, por ampliar un poco más la lista, están recibiendo unos salarios que no se merecen.
Es más, yo diría que Rajoy el simple, un tipo que no habla más lengua que español con retranca gallega, que todo lo que hizo en la vida fue llegar a Registrador de la Propiedad, para vivir sin trabajar ni tener que arriesgarse a competir en una sociedad abierta, debería ser el que pagara para estar ahí, para ocupar un puesto para el que no está capacitado, para el que, según revelan los hechos, es un completo incompetente.
Porque el problema de nuestra sociedad es que salvo en China con Ju Jintao y Xi Jinping, cortado de la misma madera, y en Alemania con Ángela Merkel el planeta está huérfano de políticos de talla, de estadistas que trasciendan los límites de la historia, de hombres con visión del mundo y de la globalización, de la sociedad y del Estado, de personajes como Winston Churchill, Margaret Thatcher, Konrad Adenauer, Charles De Gaulle, Alcides De Gasperi, Franklin D. Roosevelt, Dwight David Eisenhower, los malogrados John F. Kennedy y Aldo Moro que fueron capaces de sacar al mundo de la miseria en que lo hundió el mayor cataclismo provocado por el hombre, firmar un pacto para poner fin a las guerras en el continente Europeo y trajeron la felicidad y el bienestar a sus pueblos, que debería ser en cualquier circunstancia el programa máximo de todo buen gobernante.
El autor de este texto es José Díaz Herrera. Leer la noticia completa y ver hilo de debate en alertadigital.com