Rafael Álvarez, “El Brujo”, vuelve a ser un juglar sublime con ‘El Evangelio de San Juan’
Espectáculo que cierra una trilogía compuesta junto con “San Francisco, juglar de Dios” y “Los misterios del Quijote”
“El Evangelio de San Juan” es el título del espectáculo de Rafael Álvarez, “El Brujo” que cierra una trilogía compuesta junto con “San Francisco, juglar de Dios” y “Los misterios del Quijote”. Los tres espectáculos se basan sobre antiguas técnicas de transmisión y narración oral. El humor es una nota dominante en ellos. Versan sobre temas que han dejado una fuerte huella sobre la memoria y la imaginación colectiva.
Se nutren por igual de la ‘tradición de la palabra’, por decirlo así, insisten de forma especial en la fuerza viva de la palabra hablada frente a la tradición de la palabra escrita y su ascendente en el teatro. Así mismo, la confrontación (y a veces la interconexión o incluso la síntesis) de estas dos tradiciones y el reflejo de sus contenidos en la imaginación popular, (en la forma de cuentos, leyendas y otros temas objeto del arte de los antiguos juglares) es también un factor común a ellos. El estudio de la obra de Dario Fo, teórica y práctica –especialmente la puesta en escena de “San Francisco, juglar de Dios”- ha ejercido una influencia decisiva y muy visible en el desarrollo de estos trabajos y en su visión conjunta como trilogía.
“El Evangelio de San Juan” la cierra y la completa con un tema fascinante, que hunde sus raíces en las más antiguas tradiciones orales del Mediterráneo. Este espectáculo se inscribe en el ámbito propio de la juglaría, con el humor, la vitalidad y el ritmo propios de la comedia, pero al mismo tiempo, como en “San Francisco, juglar de Dios”, con una fuerte carga poética, en este caso ineludible, por el lenguaje propio del texto y la ternura y simbolismo de alguna de sus situaciones.
El Evangelio de San Juan en el pensamiento y el arte a lo largo de la Historia
Al margen del interés de grandes cineastas por la figura concreta de Jesús (Zefirelli, Passolini, etc) desde Leonardo a Chaplin, Kierkegaard, Bach o Einstein, a lo largo de la historia, el Evangelio de San Juan ha conmovido a centenares de filósofos, poetas, artistas, músicos y hasta científicos.
Newton le dedicó los últimos años de su vejez. Llegó a aprender griego clásico y arameo. Después de estudiar el fenómeno de la luz durante toda su vida, probablemente, antes de morir, quiso penetrar siquiera un poco en la raíz de su misterio. Salvando naturalmente las enormes distancias, este proyecto se inscribe como una modesta aportación, desde el mundo de la escena, un pequeño granito de arena en esa corriente del arte que a través del trabajo de los hombres y mujeres de todos los tiempos, evoca, contempla o celebra este enorme regalo de la vida en el Hombre: el don del misterio.
Veo “El Evangelio de San Juan” como una extrovertida ceremonia popular con la frescura y espontaneidad que le confiere al teatro la risa y la sensualidad del contacto inmediato con el público, pero con cierto aire de exaltación mística, o HISTÉRICA, si se quiere. (En cierto sentido como una modalidad o derivación lírica de los motivos del famoso ‘misterio bufo’ de Darío Fo). Un relato, a veces sencillo y silencioso, pero también en un ambiente de fiesta, compartido y vivido como una ceremonia mágica. Leer más en elbrujo.es.
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