¿Qué es la normalidad?
"Con tal de ser moderadamente feliz..."
¿Qué es la normalidad? ¿Acaso existe? ¿Quién o qué la determina? Hay tanta profundidad en estas preguntas como contestaciones que resuelvan las incógnitas.
He llegado a la conclusión de que la normalidad es subjetiva y mi modo de sentirla se basa en disfrutar esa cúmulo de pequeñas cosas que en lo cotidiano me generan armonía y bienestar. ¿Para qué ir más allá de la normalidad? Con tal de ser moderadamente feliz...
De mi serie “Videos, audios y cositas para navegantes sin prisas”
Fragmentoe del capítulo VII de "La sombra del ciprés es alargada", de Miguel Delibes
El grito de Alfredo, interpolado de angustia, me estremeció. La perra se detuvo un instante y miró atrás. Todo lo demás aconteció en un segundo. La rueda del carro cargado aplastó una de sus pequeñas patas contra la calzada. Fany aulló de dolor y quedó tendida en la carretera, lamiéndose la pata lesionada mientras el carro se perdía en la obscuridad. Corrimos todos hacia el animal, que se estremecía en el suelo. Martina, Alfredo y yo llorábamos. Me conmovió aún más la aguda desesperación de la pequeña Martina. Yo abracé al animal izándole con cariño. Su pálida mirada agradecida renovó mis lágrimas que ya no me esforzaba en contener.
El trayecto hasta casa fue muy semejante a una procesión fúnebre. Yo en medio, con la perrita apretada contra mi pecho, rodeado de ojos empañados. Sólo don Mateo supo en esta ocasión imponerse a su tristeza; pero la expresión de su mirada de aquella tarde, cuando nos hablaba recostado en la cruz, había regresado a sus ojos. El timbre de sus palabras, empero, era absolutamente normal.
-Fany quedará coja.
Se marchitó la última esperanza. En un principio juzgué cruel al señor Lesmes, pero un instante después le perdoné, pensando que era aún más cruel alentarnos con una esperanza infundada.
Aquí tenéis la demostración de lo que antes os decía. (Aquilaté cuánto había cambiado el mundo en un minuto. Ahora Alfredo no me presionaba con el codo, ni sonreía escépticamente. Y, sin embargo, el motivo subsistía.) Si Fany hubiera nacido coja de dos patas hoy se sentiría feliz de poder disponer de tres. Pero Fany hace poco utilizaba sus cuatro patas...
Dejó la frase en el aire, pero todos, excepto Martina y seguramente la propia Fany, le comprendimos. Evidentemente había un riesgo en la abundancia e incluso en la misma normalidad.
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