Creo que soy un hombre normal en un mundo normal, pero es mentira.
Me despierto en mitad de la noche en una habitación oscura con una sola idea: escapar de ahí. ¿Por qué?
Lo ignoro, pero cuando enciendo el interruptor y todo se ilumina, encuentro una nota que insiste en que salga pronto, que alguien me ha encerrado.
Los objetos que me rodean son mínimamente reales, muy esquemáticos: una mesa es una mesa porque tiene los semas gráficos necesarios, cuatro patas y un soporte; igual que un jarrón tiene la tímida forma del tronco de una mujer, pero en lugar de una cabeza encuentro una flor.
Me gustaría tumbarme y pensar, pero la cama es sólo un holograma elemental que no puedo utilizar y las dos dimensiones de este mundo en esta pequeña habitación me impiden encontrar una lógica coherente a mi vida aquí.
Quizás haya alguien fuera que sepa por qué estoy aquí dentro, incluso puede que lo sepa el que me encerró, pero yo lo único que puedo hacer es intentar salir.
Problemas matemáticos y de lógica son los primeros que me encuentro, pero también existen aquellos en los que debo utilizar objetos que, combinados con otros, me aseguran el avance hasta la salida.
Después de varios días ya he conseguido la llave que abre la puerta de la habitación y por fin sabré lo que hay allá fuera y el porqué de mi existencia.
Quiero explicaros todo, pero cuando acciono la cerradura, desaparezco, muero.