La muerte del dragón Pierre Duval (V) | Relato literario de Eva Borondo

Martes, 30 de mayo de 2017 | e6d.es
• “La antigua sed de recuerdos fue sustituida inmediatamente por la urgente necesidad de encontrar el sentido a su existencia”

Tres son los recuerdos necesarios para conseguir que un roedor pueda entrar a pie en la Fortaleza del Sueño Eterno. Pierre Duvall lo intuyó cuando desapareció su urgente necesidad de llenar su mente de memorias. Ahora, conseguir más le producía náuseas, y con las que tenía había conseguido crearse una entidad confusa que le permitía al fin iniciar su camino hasta la puerta principal, en cuyo dintel podía leerse la siguiente inscripción en caracteres negros: “A través de mí se entra a la ciudad de los durmientes, sin que termine el viaje”.
Traspasó el umbral que conducía a una inmensa sala únicamente poblada de camillas en las que descansaban los durmientes, que llegaban continuamente en carromatos. Los techos eran absolutamente gigantescos y sostenían una cúpula de media naranja acristalada, muy sobria, pero por la cual entraba una luz de carácter divino. Alumbraba y producía el calor necesario para que las almas se mantuvieran tranquilas en un sueño de suspiros que hacían temblar la eterna bóveda.
La antigua sed de recuerdos fue sustituida inmediatamente por la urgente necesidad de encontrar el sentido a su existencia, pues su ser se había formado mentalmente a través de los recuerdos de tres almas distintas, lo que producía en su espíritu un tormento de inquietudes.
Pierre Duvall necesitaba saber quién era en realidad y para qué se encontraba en ese lugar, aunque su función inmediata la reconoció enseguida, ya que era evidente que debía velar por los durmientes, como hacían todos los que se encontraban allí con él. #p#ierreduval
Todos los seres que vagaban alrededor de las camillas habían sido antes roedores y después habían llegado a ese estado de confusión lógica tras ingerir los recuerdos de tres almas distintas. Se sentían incompletos, perdidos, ignorantes de todo el universo que les rodeaba, llegando al borde de la locura.
Para obtener la verdad de su existencia real, los seres vagaban velando a los durmientes, tratando de reconocer en cada uno de ellos algún rostro de su antigua vida que les hiciera recordar su verdadera identidad. Cuando efectivamente los seres recobraban sus propios recuerdos caían abatidos, como cae un cuerpo sin vida y pasa a convertirse en durmiente. Los seres que cuidan de ellos, seres como Pierre Duvall ahora, se encargan de recogerlo y colocarlo en una de las infinitas camas vacías para reanudar, seguidamente, la búsqueda de su propia identidad.
De tiempo en tiempo, los durmientes van desapareciendo y el espacio recupera nuevas camillas para el descanso eterno.
Al fin, en su vagar continuo, descubre el rostro conocido del oficial de dragones que mandaba su división, el teniente Pascal Merger, y se le revela toda su vida en los instantes previos al desvanecimiento que le sumergirá en el sueño eterno. (Continuará) 
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Eva Borondo

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