La irresistible ascensión de Ramallets

Miércoles, 18 de junio de 2014 | e6d.es
• El 29 de junio de 1950 salta España a Maracaná con él como portero debutante



Ramallets era un niño gordito de Sans al que sus amigos ponían en la portería. Pero el niño se espabiló, espigó y acabó resultando un portero apañado. Tras varios clubes menores le fichó el Europa. Luego, mili en Mallorca, donde jugó, fichaje por el Barça como quinto portero, cesión al Valladolid y regreso al Barça como tercero, tras Velasco, el titular, y Valero.
Por esos años el portero de la selección era Iñaki Eizaguirre, del Valencia. De segundo solía ir Bañón, del Madrid. A la espera, Velasco, el deportivista Acuña, Lezama, del Athletic, y algún otro.
De repente, como por un ensalmo que hace recordar cosas que tanto tiempo después le fueron ocurriendo a Casillas, el panorama se alteró. Bañón se retiró prematuramente por una tuberculosis. El Barça traspasó a Valero, con lo que Ramallets pasó a ser segundo. En el Valencia, el entrenador, Quincoces, apostó por el veterano Pérez (ex del Atlético Aviación). Eizaguirre pasó a la curiosa situación de suplente en el Valencia y titular en la selección.
En noviembre, Velasco sufrió un choque en Vigo, que le produjo un desprendimiento de retina. El joven Ramallets completó la Liga 49-50 y lo hizo bien.
Ese verano había Copa del Mundo en Brasil. Ramallets ni pensaba en eso, claro. Se llevó una sorpresa cuando le convocaron para una selección experimental. Tras la Liga, se estaba jugando la Copa. Esa selección experimental se hizo con jugadores de los clubes eliminados antes de cuartos. Se trataba de observar a algunos jugadores emergentes, cumplir un compromiso y comprobar los efectos del salto horario. Ramallets no era el único portero, iba también Dauder, del Nàstic de Tarragona, pero ya fichado por el Atlético. Estaba más hecho, posiblemente iba a ser el titular en México, pero en el primer entrenamiento se le dislocó el hombro. Así que Ramallets jugó los dos partidos de la minigira, ambos contra México, y quedó bien. Ganamos el primero 3-1 y empatamos el otro a cero. El chico tenía aplomo.
Ya no extrañó tanto que, regresados a España, y al conocerse la lista definitiva, se le incluyera como tercer portero, tras Eizaguirre y Acuña. Ya se sabe, el tercero va para no jugar, como una precaución extrema y llevar a uno con aspiraciones, como Lezama, podía crear tensiones. Mejor el muchacho.
Pero a Eizaguirre, suplente en el Valencia, le faltaba portería y empezaba a sobrarle algún kilo. Con todo, la jerarquía es la jerarquía y el primer día, ante Estados Unidos, salió como titular. Estuvo mal, regaló el gol y luego España pasó las de Caín para darle la vuelta al partido. Eizaguirre ya no daba garantías.
Acuña había tenido una escena muy desagradable en Barajas, a la salida de la expedición. Tanto, que el seleccionador, Guillermo Eizaguirre (ningún parentesco con el Eizaguirre de esos días), quiso dejarle en tierra. No se hizo por el escándalo que eso hubiera supuesto. Ramallets se entrenaba con una agilidad tremenda, muy suelto. Y nunca se le había notado nervioso, ni en su brusca aparición en el Barça ni en los partidos de México. Benito Díaz, entrenador, desliza a los enviados de la prensa la posibilidad de que el siguiente partido, ante Chile, lo juegue Ramallets. La noticia llega a España. En la calle se discute: ¿Ramallets sí o Ramallets no? La prensa se divide. Guillermo Eizaguirre y Benito Díaz deciden que Ramallets. El autor de este texto es Alfredo Relaño. Leer artículo completo y ver hilo de debate el elpais.com.