La inconsecuencia brutal de los aficionados del FC Barcelona

Martes, 22 de abril de 2014 | e6d.es
• “Al final de cuentas son como todos los hinchas de fútbol en el mundo, injustos, cambiantes y enceguecidos”

A mediados de 2012 tuve el privilegio de asistir en el Nou Camp de Barcelona a un partido de Liga. "Arropado" por la fina hospitalidad de mis amigos blogueros Quidquid y su esposa Gavina (sus nombres cibernéticos), llegué hasta el histórico campo de juego catalán, con la ilusión de ver a uno de los mejores equipos del mundo y a mi compatriota Alexis Sánchez, en el clásico duelo local frente al Español.
Que haya sido una goleada a favor de Messi y compañía, 4-0, y que Alexis esa noche no haya estado ni en la banca, resulta a la distancia solamente una anécdota. Lo más estremecedor de la jornada, fue para un "outsider" como yo, la asombrosa unidad entre el equipo entonces dirigido por Pep Guardiola y los 9o mil aficionados presentes. 
Al final del encuentro nadie se movía mientras la multitud entonaba emocionantemente y, como me dijeron se hace tras cada partido siempre, el himno del club. Era estremecedor escuchar a miles de personas unidas por una pasión común, poner el alma en cada estrofa. Al paso del tiempo creció en mi la convicción de que esa raigambre unitaria en aras de un ideal deportivo común, era indisoluble. Pero en horas recientes, se derrumbó la fantasía y mi equivocada creencia. 
Bastaron unos cuantos contrastes del equipo blaugrana, para que toda la estantería se viniera abajo. De súbito, el astro de astros Leonel Messi, era un mercenario; el entrenador Martino, un incapaz; Iniesta y Fábregas, unos ineptos; Pinto, arquero circunstancial por la grave lesión del titular, se había convertido en un maric... detestable, en fin.
La hasta hace tan poco gloriosa escuadra barcelonista, cuasi invencible, perdía en Valencia la final de Copa del Rey frente al Real Madrid y se convertía por ese "delito" en un grupo poco menos que de mal nacidos. Y las cámaras de televisión mostraban a todo el mundo, la peor expresión del fanático deportivo. A energúmenos que trasnocharon, aguardando el retorno de los futbolistas solo para injuriarlos, agraviarlos, minimizarlos y culparlos poco menos que de traición a la patria.
Mientras atónito veía como los hasta hace tan poco figuras rutilantes del fútbol eran agredidos verbalmente (si no hubiera habido protección, pudo haber sido peor) por seres frenéticos y destemplados, me venía al recuerdo lo que ahora me parece una quimera lejana. La noche en que incorporado a esa multitud, yo estaba convencido que el himno del club catalán, cantado con unción por miles de aficionados, significaba una señal perpetua de unidad por una causa y de orgullo inclaudicable. 
Por supuesto, yo no pensaba en esos alucinantes momentos de mi presencia en el estadio, que al paso de poco tiempo los héroes iban a convertirse en villanos, Messi en mercenario, Iniesta y Fábregas en ineptos.
Cómo me duele que los hinchas de Barcelona, a quienes desde esa noche en el Nou Camp yo idealizaba como de otra estirpe, sean al final de cuentas como todos los hinchas de fútbol en el mundo, injustos, cambiantes y enceguecidos.

Termino el post esta noche de domingo 20 de abril. En Chile una compañía de televisión ofrece todos los partidos de la liga española y en ese contexto pude ver la angustiosa victoria lograda hoy por Barcelona ante Athletic de Bilbao por 2-1 en el Nou Camp. Lo peor sucedió cuando ganaba la visita por 0-1 y aquellos "incondicionales" que yo observé y escuché cantar el himno de su club con real pasión  hace menos de 2 años, empezaron a sacar pañuelos blancos de despedida a sus jugadores, en señal de gran reprobación. Luego los goles de Pedro y de Messi los hicieron desistir de su hostilidad e inconsecuencia.
Esteban Lob
 
* Esteban Lob es un comentarista de fútbol chileno que colabora en el apartado temático “Clan de fútbol” de El Seis Doble.
*Esteban Lob es autor del blog “Esteban Blog