La diferencia entre hablar y vociferar en el campo de fútbol

Martes, 18 de septiembre de 2012 | e6d.es
• Los campos pequeños son ideales para escuchar el lenguaje del fútbol
Hablar durante el juego puede llegar a ser fundamental o negativo. Habría que distinguir claramente entre hablar y vociferar.
Fascina ver y oír a ese jugador que le “radia” con criterio al compañero lo que le viene encima; que le auxilia para que su acción le resulte favorable, en primer lugar a nivel personal y, en segundo lugar, para el bien del conjunto.
Deprime no ver ni oír a ese jugador parlanchín que vocea insistentemente durante todo el partido sin sensatez, normalmente con expresiones de ánimo o críticas: ¡venga!, ¡ánimo!, ¡ya son nuestros!, ¡debes estar atento!... Sólo son eso, palabras enérgicas sin fundamento que lo único que pueden provocar es el nervio en el compañero concentrado y el miedo al fallo.
Los campos pequeños en los uno se puedo ubicar prácticamente a pie del terreno de juego tienen un toque especial porque el sonido ambiental no es estridente y se puede escuchar el lenguaje del fútbol. Es un aliciente más del partido ver a ese portero o central, normalmente posiciones que son estratégicas por su situación táctica, con pensamientos rápidos; con lectura de cada instante del partido; con visión periférica de todo lo que ocurre; con conocimientos de lo que es triangular, cubrir u ocupar un espacio libre; con los que avisan en una décima de segundo al compañero para que el rival no le robe la cartera.
El jugador comunicativo es el que anticipa, no el que recrimina. Éste sería el ejemplo de un futbolista que informa con rapidez: ¡atrás!, ¡izquierda!, ¡te vienen por detrás!, ¡mira al banda! Y, éste, el ejemplo del clásico “listo” que informa a “toro pasado”: ¡no has visto que te venían por detrás! La diferencia es clara.
Dicen que Guardiola era un maestro de la dirección y de la comunicación dentro del campo; al fin y al cabo era una criatura de Cruyff, ¡el gran director!
Ramón Alfil