Jose María Delgado-García: "Las ecuaciones de Newton predicen cómo ha de funcionar el cerebro"

Martes, 12 de agosto de 2014 | e6d.es
• Su contribución más importante en el ámbito de las neurociencias es la serie de estudios sobre aprendizaje y memoria

José María Delgado-García (1945) estudió medicina y cirugía en Sevilla y tras varios años completando su formación en diferentes centros internacionales regresó a España para fundar el Laboratorio de Neurociencia de la Universidad de Sevilla. Su contribución más importante en el ámbito de las neurociencias es la serie de estudios sobre aprendizaje y memoria, cuya línea experimental es original de su laboratorio y fue reconocida por la revista Science como uno de los diez descubrimientos más importantes del año 2006. El profesor Delgado ha contribuido de manera importante a la formación de varias generaciones de estudiantes españoles y latinoamericanos, ha sido presidente de las Sociedades Españolas de Fisiología y de Neurociencias y por sus contribuciones científicas ha recibido varios premios como el XIII Premio Maimónides de Investigación Científica y Técnica. Nos encontramos con el profesor Delgado en el centro de neurociencias de la Universidad Pablo Olavide y nos invita a entrevistarlo mientras realiza un experimento. La conversación con el profesor Delgado nos presenta a una persona ilustrada, que analiza los problemas desde la pregunta correcta, esa cuestión sencilla que a modo socrático cambia tus creencias y revela el conocimiento.

Pinker sugiere que existen patrones innatos del pensar y el sentir que acaban con la tabla rasa. Son por tanto nuestros genes, por ejemplo, los que determinan tanto el adulterio como el altruismo. ¿Compartes la posición de Pinker?
Sí que hay patrones innatos. Cuando uno dice que aprende a andar no aprende a andar en sentido estricto. En un año no se puede aprender. La prueba está en que tocar el piano, por ejemplo, que es aparentemente más simple, cuesta veinte años. Hay que tener en cuenta las limitaciones físicas, por ejemplo, con el dedo no se pueden dar más de cinco o siente pulsaciones por segundo, diría. Si alguien compone una obra que suponga tener que hacer esto, no se podrá tocar. Es una limitación física del organismo. Pero el diseño básico del control motor, o la percepción visual,es un programa innato que, en parte, está determinado genéticamente, pero que requiere lo que se llaman periodos críticos de adaptación.
En este sentido, hay un experimento, desarrollado además por españoles, de mediados del siglo XX que demuestra que si se crían ratones en oscuridad total durante un par de semanas después del nacimiento estos ratones luego tienen problemas para detectar colores, formas; tienen cierto tipo de ceguera funcional que depende de un periodo crítico. Igualmente, si uno aprende a hablar inglés a los cuarenta o cincuenta años, salvo el papa (risas), que habla todos los idiomas, pronunciará con un acento más acusado. Es muy difícil hablar con un acento de Oxford o de Texas si uno no lo aprende durante ese periodo crítico, que es ciertamente flexible, aunque limitado en el tiempo. Si se aprende antes de los diez años, pongamos, es más fácil, se adquiere mejor. En edades tempranas se aprende de oído, de adulto se usa otro tipo de percepción, fundamentalmente visual.
En tanto al adulterio… Es más el diseño, cómo se organizan animales sociales, tiene una base también de tipo genético adquirida. Pero no solo  para la especie humana. Si no recuerdo mal, hay varias especies de pájaros que pueden tener relaciones promiscuas, así como poner un huevo o dos, en función de la cosecha. No es un invento de los humanos el que en función de la economía uno tenga uno o dos niños. Son patrones que vienen determinados por las condiciones sociales, económicas, físicas, etc.

Una parte sería por disposición genética y otra ambiental, ¿no?
Exactamente. Lo que pasa es que según la función de que se trate depende más de la carga genética, no todas las funciones son iguales. Un ejemplo: la inteligencia, la capacidad de aprender, tienen una base genética y una parte importante de educación. Si uno no desarrolla determinadas capacidades luego no se pueden adquirir. Pero el carácter es más dependiente de la carga genética del individuo. Es más fácil cambiar de ideología que de carácter. Esto ya lo decía Schopenhauer, referido además a refranes españoles, algo así como genio y figura hasta la sepultura.

Si hubiera diferencias cognitivas entre hombres y mujeres ¿se debería a dimorfismos cerebrales o las causas son multifactoriales?
Hablar de cerebros de hombres y mujeres es hablar de hombres y mujeres. Las mujeres son sus cerebros, igual los hombres. Esa distinción yo no la hago. Parece que hay un dualismo si se habla en esos términos, como si el cerebro fuera una cosa y la persona otra, y no es así. Una persona es su cerebro. De otro modo parece que una persona, además de su cerebro, tiene un alma. Ese dualismo desde el punto de vista neurocientífico no existe.
Hay diferencias de funcionamiento, igual que de tamaño, de resistencia. Pero comparar… Es como decir que las hormigas son más torpes que los elefantes. Establecer diferencias, aparte de que es peligroso, no tiene tampoco sentido. Son por supuesto diferentes, dentro de ciertos límites, igual que de una persona a otra, o de una cultura a otra, no es lo mismo la manera de pensar, de funcionar de un ruso y un chino, por ejemplo. Es muy diferente la  forma de funcionar de estos últimos a la de los occidentales. Ahora bien, esto también tiene mucho componente cultural.

Y las diferencias en el cerebro de los transexuales, según últimos estudios, no se acaba de determinar si los dimorfismos anatómicos son el origen de la identidad de género o es esta la que provoca un cambio.
Es complicado esto, porque en realidad no se sabe. Por un lado se piensa que el cerebro se modifica cada vez que uno aprende. Esto no es nuevo. Ya Ramón y Cajal decía que «El cerebro de un hombre que se plantea una pregunta es diferente del cerebro del hombre que la resuelve». Eso es una manera de verlo. La otra es la del médico. Cómo el médico puede diagnosticar un enfermo de parkinson. Lo diagnostica por los síntomas. ¿Cuáles son? Temblores, lo sabe todo el mundo. Si los cerebros de los posibles pacientes fueran cambiando tanto al final podrían tener síntomas muy diferentes, con lo cual la enfermedad sería muy difícil de diagnosticar; aunque haya diferencias de un caso a otro, hay una parte común. Quiero decir que, por una parte, está más de moda decir que el cerebro es plástico, pero, por otra, el cerebro produce estabilidad de funciones. Uno se reconoce a sí mismo mientras le funciona bien todo, uno sabe cuál es su nombre, dónde vive, lo podemos identificar por su acento, por cómo escribe, pro su estilo, si es del Betis, del Sevilla… y eso no va cambiando cada día.
En el próximo congreso de la Society for Neuroscience, en Washington, vamos a presentar este año una ponencia tratando de demostrar que el paradigma de que el cerebro almacena información mediante la reorganización de los contactos entre neuronas (es decir en las denominadas sinapsis) es falso tal vez. Hemos tratado de hacer una falsación experimental de esa teoría en el sentido de Popper.

Experimentos como los del doctor Bach y Rita, esto de «ver con la espalda», ¿tiene que ver con la plasticidad?
A Bach y Rita lo conocí, era amigo mío. Vino hace unos doce años, lo invité a nuestro laboratorio, luego murió, era ya mayor. Él lo que hacía era convertir un estímulo visual en pulsos eléctricos. Pero eso no es ver con la lengua o con la espalda. Es sentir. El punto de vista del uno por ciento de los neurocientíficos, donde yo estoy, es que el cerebro es más bien platónico. Está previsto, precisamente por la evolución, qué cosas son las que se pueden hacer y dentro de un cierto rango hay algunas imprevistas, como tocar el piano o hablar en francés, pero no está por ejemplo previsto que podamos volar; para esto hay que usar un avión. El cerebro no necesariamente tiene que cambiar. Físicamente sí, cambia todos los días.
Con la transexualidad, la homosexualidad, etc., se trata de que si tu cerebro es diferente porque eres homosexual entonces está bien, nadie te puede acusar de nada; si tu cerebro es igual que el de tu vecino y te haces homosexual es que tienes un problema, o viene el cura y te dice que es contranatura, lo cual es falso, porque en la naturaleza hay muchos casos de comportamientos que se podrían considerar homosexuales. De lo que no hay casos en la naturaleza es de castidad, no hay ninguna especie, esto sí podría entonces concluirse que es contrario a la naturaleza. Son batallas culturales, no científicas, pero que contribuyen a generar un innecesario sufrimiento en muchas personas.
Hubo un autor, Simón LeVay, que escribió El cerebro sexual. Al parecer, lo escribió porque él era homosexual. Defendía que había unas estructuras nerviosas en el hipotálamo, que eran diferentes entre hombres homo y heterosexuales. En la actualidad hay abierta una considerable controversia más o menos científica en este sentido. Por razones científicas este tipo de historias ni me las creo ni me las dejo de creer, no tengo los datos.

¿Existe, como comentó Tom Wolfe, una tendencia en la neurociencia para extinguir la noción de alma y reemplazarla con la función de un órgano?
Es que la idea de la tabula rasa no funciona, no es que el cerebro aprenda a ver, eso técnicamente es muy difícil, es que además tú te inventas lo que ves. Los colores no están fuera. Incluso la percepción de lo que es una esquina, una sombra, también es inventada. Si yo cierro este ojo, no veo. Sin embargo, nadie es consciente de que parpadea quince veces por minuto y cuando parpadea se cierra el párpado y se deja de ver. En ese momento el cerebro se inventa que sigues viendo. Es otro ejemplo más de que la percepción sensorial se inventa, en parte.
De hecho, te iba a preguntar por cuáles son las razones neurológicas de la supresión de visión postsacádica (.icroceguera transitoria).
Durante el movimiento sacádico (cuando tú pasas de mirar de un sitio a otro), que viene a durar también unos cien milisegundos, aunque el ojo está abierto se está moviendo y no se ve. Si se viera sería terrible, porque tendrías la sensación de que te caes, verías que el mundo se está desplazando.

¿Qué causa neurológica puede haber detrás de esa supresión?
No, causa no. Es un problema de diseño. Conviene que sea así. ¿Por qué es así? Si tuviéramos un ojo como Polifemo, pegado como un sello, uno podría ver, pero qué pasa si muevo la cabeza… Dejo ver. Para ver tengo que estar quieto. ¿Cómo se resuelve eso? Se resuelve, aunque uno no es consciente de eso, dejando de ver. Durante los episodios de vértigo —o cuando se bebe mucho, cuando ves moverse la habitación— lo que pasa es que el ojo se mueve, por eso esa sensación de que todo se mueve, es el ojo el que se mueve. Si lees la novela de Hemingway, la de París era una fiesta, como este era un borrachín, decía que cuando bebía mucho lo que hacía era leer, así se le pasaba la sensación de vértigo, porque fijaba el ojo en las líneas impresas.

En Neurociencia y derecho penal indicas que «nuestros conceptos actuales de libertad y responsabilidad penal son perfectamente sostenibles con los conocimientos disponibles de la neurofisiología cerebral». ¿Podemos responsabilizar a un pedófilo por su orientación sexual sabiendo que es producto de su herencia genética y de un desarrollo cerebral atípico?
Bueno, ahí hay un problema de culpabilidad y responsabilidad de índole jurídica. El primer problema jurídico que yo entiendo es que para ser culpable uno tiene que ser libre, y para ser libre uno no tiene que depender de su cerebro, porque se supone que el cerebro es una estructura material y las estructuras materiales están predeterminadas. Donde hay que incidir es en el concepto: ¿quién ha demostrado que los espíritus son libres y hacen lo que les da la real gana, sin depender de las condiciones previas? No lo ha demostrado nadie y, sin embargo, todo el mundo asume que esto es así. Si es el alma, es libre. Sin embargo, si es el cerebro el que ha determinado tu estado consciente entonces está predeterminado. Y eso es un equívoco: en la materia nada está predeterminado. Para empezar, no está nada claro qué es la materia.
Digamos que fuera un espíritu solo o fuera materia solo, da igual: ¿en qué consiste una libre decisión? Es decir, si tengo que comprar un coche, puedo elegir entre varios. Y ¿cómo lo eliges? Pues en función de tu dinero, del color que te gusta, etc. ¿Y eso es libertad o es elección dentro de unas determinadas condiciones? El concepto mismo de libertad es algo ambiguo, o arbitrario.
Hay que separar, por otro lado, el concepto de culpabilidad del de peligrosidad. Una persona que no sea culpable —por ejemplo, un esquizofrénico en pleno ataque psicótico no lo es— puede ser peligrosa.
No es un problema científico, si no filosófico. Nadie ha demostrado que  haya una libertad total, seas espíritu o seas materia. Y, además, los propios juristas unas veces echan mano del cerebro y otras no, depende. Por ejemplo, si bebes, ¿eso afecta al alma? Y, sin embargo, es un eximente en un crimen. Leer entrevista completa en jotdown.es