Henri de Toulouse Lautrec, el metro y medio más genial de la Historia del Arte

Lunes, 24 de noviembre de 2014 | e6d.es
• Hace hoy 150 años nacía el mejor cronista del París bohemio de finales del XIX, el rey de Montmartre



Su nombre y apellidos eran más grandes que su cuerpo. Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec apenas medía metro y medio, pero cada centímetro de su diminuta y deforme anatomía era puro genio. Nadie como él supo retratar el París bohemio de finales del XIX: sus cafés, teatros, cabarets, burdeles... Una vida de excesos, ahogada en absenta, que alimentó uno de los mayores mitos de la Historia del Arte.
Hace hoy 150 años nacía este maestro al que Google ha dedicado su popular Doodle en forma de homenaje. Sus primeros pasos los dio en la localidad francesa de Albi en el seno de una familia aristócrata. Sus padres, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec-Montfa y Adèle Tapié de Celeyran, eran primos hermanos. Una anomalía congénita impedía que sus huesos crecieran con normalidad. A ello se sumarían dos fracturas en los fémures de ambas piernas entre 1878 y 1879. Sus piernas dejaron de crecer.
En 1881 Toulouse-Lautrec se traslada a París, dispuesto a triunfar como pintor: se forma en el estudio de Léon Bonnat, primero, y en el de Ferdinand Cormon, más tarde. Allí conocería a Vincent van Gogh. Fue Degas el pintor que más le influiría –se aprecia, por ejemplo, en su afición por retratar carreras de caballos–, pero nunca le sedujo el impresionismo. El paisaje que más le interesaba era el de París la nuit. Otra de sus grandes pasiones fue la estampa japonesa, cuya huella es muy evidente en su trabajo. Sus litografías y carteles publicitarios son los que más fama le dieron.
 
Montmartre era una fiesta
Fue, desde 1884, uno de los vecinos más célebres de un Montmartre que hervía de creatividad... y de testosterona. Allí coincidieron muchos de los grandes del arte, entre ellos Picasso. En el Bateau-Lavoirnació la pintura moderna, con «Las señoritas de Aviñón». Los lugares de trabajo habituales de Toulouse-Lautrec fueron el Moulin Rouge –era uno de sus mejores clientes–, el Mirliton, el Moulin de la Galette o Le Chat Noir, donde se movía como pez en el agua. Hizo muchos carteles de estos locales para promocionar sus espectáculos. Conoció y retrató a empresarios, cantantes, bailarinas, actrices, vedettes... Una de sus modelos fue Yvette Guilbert (con sus inseparables guantes largos negros). En sus retratos la envejecía, la deformaba. La actriz llegó a escribir al pintor: «¡Por amor de Dios, no me haga tan atrozmente fea!».
También posaron para él Jane Avril, May Belfort, Louise Weber (artísticamente, La Goulue), Jacques Renaudin (más conocido como Valentín «el deshuesado»), Cha-U-Kao, estrella del circo... Y Aristide Bruant, cantante y dueño del Mirliton, al que retrató con capa y sombrero negros y una bufanda roja al cuello en una de sus más célebres litografías. El Mirliton fue uno de los locales más populares de Montmartre, donde Toulouse-Lautrec llegó a exponer sus obras. Retrató también a Oscar Wilde, quien le encargó que ilustrara el programa de mano del estreno en París de su obra de teatro «Salomé». La autora de este artículo es Natividad Pulido. Leer noticia completa y ver hilo de debate en abc.es.