Grandes escritores y sus musas

Jueves, 19 de septiembre de 2013 | e6d.es
• Las musas no son siempre amantes de sus artistas



Las musas, aquellas hermosas divinidades que bajaban del monte Parnaso para inspirar a los artistas durante la Antigüedad, fueron convirtiéndose poco a poco en personas de carne y hueso. Una mujer bella inspiraba un soneto o una estatua, una mujer valiente inspiraba un poema épico o una tragedia, una mujer de talento inspiraba una danza. Por supuesto eran casi siempre mujeres, mientras fueron los hombres los que escribieron, compusieron y pintaron; con el paso de los siglos y la presencia cada vez más notable de la mujer artista, comenzaron a cobrar importancia también las musas masculinas, los inspiradores hombres, ya fuera por belleza, inteligencia o pasión.
Las musas no son siempre amantes de sus artistas, pero esto, como era de esperar, ayuda. Nada como lo sexual y amoroso para despertar los efluvios del arte y la creación. Nada como el acto de procreación para procrear. No obstante, las relaciones platónicas, propias por ejemplo del amor más espiritual y elevado, o del afecto y admiración entre buenos amigos o familiares, también han resultado ser excelentes incentivos. A continuación hablaremos de algunas de las parejas más conocidas de artistas e inspiradores.
1. Catulo y Lesbia: El pobre Gayo Valerio Catulo, que nació en el 84 a. C. y se dio a conocer como poeta en los círculos nobles de Roma, se enamoró de una mujer casada, Clodia, a la que le escribió versos con el nombre de Lesbia, en referencia al amor que ambos compartían por la obra de la poetisa Safo de Lesbos. Parece ser que Clodia era de cascos ligeros y que, por mucho que le prometiera amor y fidelidad a Catulo, era incapaz de resistirse a los encantos de otros hombres. Esto atormentaba al pobre artista, pero a este amor terrible le dedicó sus mejores palabras. No fue Clodia su única musa, eso sí; también escribió versos amorosos al joven y bello Juvencio.
2. Lewis Carroll y Alice Liddell: Una de las relaciones más polémicas de la literatura, debido a la afición del autor de Alicia en el país de las maravillas por la fotografía de menores en paños ídem. Aunque algunos argumentan que se trataba de una práctica más o menos habitual en la época, el tipo de afecto de Carroll por Liddell ha sido cuestionado en múltiples ocasiones. Sea como fuere, el resultado fue una historia que marcó a la literatura fantástica, y la imaginación de niños y adultos, para siempre. Leer noticia completa y ver hilo de debate en lecturalia.com.