Estados Unidos desde ojos españoles

Miércoles, 23 de julio de 2014 | e6d.es
• Una exposición muestra en la Biblioteca Nacional el alcance de España en los orígenes, el territorio, las ciudades y el paisaje del país norteamericano

La Biblioteca Nacional acaba de estrenar una exposición que concierne a un universo de información hasta ahora casi tabú y desconocido: la presencia de España en el origen territorial, urbanístico y paisajístico de los Estados Unidos de América.
 Fue un día de la Pascua de 1513 cuando Juan Ponce de León inauguró la presencia hispana en el área septentrional del continente y fundó sobre el litoral suroriental peninsular la ciudad de San Agustín, la primera urbe norteamericana. Él sería el primer europeo que pisó lo que llegaría a ser el territorio estadounidense y bautizó la península meridional con el nombre de Florida, por las fechas pascuales de su hallazgo.
La exposición recorre la penetración de los llamados conquistadores españoles hacia el entonces ignoto interior continental, desde los primeros escarceos emprendidos ya en 1525 por Esteban Gómez, un año después por Luis Vázquez de Ayllón, desde la Florida hasta Canadá, o la gesta entre 1527 y 1536 del titánico Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Aquella grandiosa tarea sería proseguida tres años más tarde desde el sur mexicano por Hernando de Soto y por Coronado en 1540, sin eludir los viajes científicos promovidos por la Corona de España.
La exposición da noticia de que en una de aquellas expediciones navales, los cartógrafos españoles llegaron a plasmar sobre soberbios mapas incluso la costa occidental de Alaska, con la base naval de Nutka como eje de sus científicas pesquisas. En territorio de Alaska los españoles fundaron Córdova. El poderoso valido borbónico Manuel de Godoy guardaría aquellos mapas con unción, a sabiendas de la rivalidad británica que se remontaba a tiempo atrás y que llegaba a atribuir al pirata Francis Drake el descubrimiento de San Francisco, en 1578.
El visitante más sensible experimentará una cierta emoción al descubrir, en la toponimia estadounidense, una presencia continua de nomenclatura española que ha perdurado en miles de ciudades y poblaciones, desde El Paso a Nogales, de Reno a Nevada, de Texas al Toledo de Ohío o el Nuevo Madrid, por no citar los miles de hitos bautizados desde el santoral castellano, como San Francisco, San Diego, Santa Mónica o el celestial Los Ángeles. Un enorme mapa de los Estados Unidos de América muestra, mediante un original sistema de clavos y cordadas, la densidad de esta gigantesca urdimbre. Palabras como Rancho o Atascadero siguen nombrando allí enclaves geográficos.
Más allá de la toponimia, la huella española en el corazón de Norteamérica quedó fijada sobre la traza urbana de numerosas ciudades. La de Nueva Orleans se exhibe profusamente y en ella se muestran las fortificaciones artilleras que jalonaron su perímetro o las manzanas dañadas por uno de los devastadores incendios que sufriría en el siglo XVIII.
Fue precisamente en aquel siglo cuando la impronta española sobre los futuros Estados Unidos cobraría mayor amplitud, tanto como para abarcar más del 60% del futuro territorio de la Unión, desde Florida a la Luisiana, sobre territorio sioux, Missouiri y Missisipí arriba, desde Nueva Orleans a Kansas, las Dakotas y Canadá, incluyendo toda la costa del Pacífico. Joyas filológicas relatan, por ejemplo, que una leyenda visigoda orientó algunas de estas expediciones, como la búsqueda de las “ciudades de oro” de Cibola y Quivira, precursoras del mito de Eldorado, o informan de que la presencia de los españoles permanece pintada por los indios en la gruta Chelly de las Montañas Rocosas. El autor de este texto es Rafael Fraguas. Leer noticia completa y ver hilo de debate el elpais.es.