El reto de cómo hacer que un negocio, además de solidario, sea sostenible

Jueves, 12 de febrero de 2015 | e6d.es
• Sebastián Vidal: “Estamos abriendo nuevos mercados para seguir creando puestos de trabajo en Anantapur”

Sebastián Vidal, de 30 años, es un economista con una visión social de la empresa. Defiende un modelo de negocio que no busque sólo la rentabilidad, sino también el desarrollo territorial, la creación de empleo -especialmente entre los colectivos más desfavorecidos- y el respeto al medio ambiente. Por eso le entusiasmó la idea de profesionalizar los procesos de producción y ventas del proyecto de Colaboración Activa, denominación que engloba los productos de comercio justo de la Fundación Vicente Ferrer (FVF), y que da trabajo a 300 mujeres con discapacidad física e intelectual que proceden de familias en riesgo de exclusión. Su reto ha sido hacer que el negocio, además de solidario, sea sostenible.

¿Qué es el comercio justo con la visión de la FVF?
Es la participación responsable del consumidor en la compra de un producto. Un sistema de producción basado en un precio justo, salarios adecuados, contrario al trabajo infantil y que promueve la contratación de colectivos desfavorecidos.
¿Qué tipo de productos existen en las tiendas de artesanía de la Fundación?
Hay una variedad muy grande, casi mil referencias, clasificada en varias categorías: accesorios, textil, decoración.
¿Dónde se distribuyen?
El proyecto comenzó en 2001 y hasta 2010 se podían encontrar sólo en el campus principal de la Fundación Vicente Ferrer en la India y en tres puntos de venta en España. Desde 2011 estamos abriendo mercados, especialmente acudiendo a ferias rurales, pero también a internacionales. Participamos en una feria de artesanía de Delhi, a través de la que recibimos pedidos de Japón, Australia y Estados Unidos. También tenemos venta en la tienda de Palma de Mallorca, en todas las delegaciones, en ferias en España a través de los grupos de voluntariado  y también en la tienda online http://www.tiendafvf.org/.
Cuando alguien compra los productos de comercio justo de la FVF, ¿a qué está contribuyendo?
A un cambio de vida radical para 300 personas de la India. Las mujeres que trabajan aquí sufren una triple discriminación: la de ser mujer, la de ser pobre y la de tener discapacidad intelectual o física. Este trabajo les proporciona autoestima y el respeto de la comunidad que habitualmente la margina. No sólo tiene independencia económica, sino que suele ser la persona que garantiza el bienestar de toda la familia porque frecuentemente los hombres trabajan en el campo y tienen un empleo estacional.
¿Cuál es el próximo reto?
Que el proyecto sea autosuficiente. En 2013 se consiguió por primera vez que hubiera beneficios. Hemos incrementado las ventas en un 50% en los dos últimos años. Estos beneficios se han reinvertido en la contratación de mujeres: hemos pasado de 130 personas contratadas a 300.
Ahora regresas a España después de tres años. ¿Cuál crees que ha sido tu aportación al proyecto?
No hemos hecho ningún milagro. El proyecto ya era sólido, pero siempre amparado por la FVF, no había una política de expansión definida. Junto con mi predecesora Cristina y mi sucesora Silvia, lo que hemos hecho es abrir nuevos canales de venta y profesionalizar los protocolos.
¿Y qué experiencia te llevas de regreso?
Una evolución importante desde el punto de vista personal y profesional. He aprendido a trabajar con gente de otra cultura, a adaptarme a las costumbres locales y a aplicar la humanidad y la tolerancia al negocio. En la sociedad occidental se suele dar prioridad a los beneficios económicos sobre todo lo demás.
¿Cuáles son tus planes ahora?
Quiero seguir en esta senda. Continuar trabajando en cooperación internacional y apoyando iniciativas de este tipo, que tienen un fin solidario, no caritativo, y que son eficientes y sostenibles.
Fundación Vicente Ferrer

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