El Maestrazgo y la leyenda de Zurita

Miércoles, 29 de junio de 2016 | e6d.es
• Jerónimo Zurita es reconocido como uno de los más insignes historiadores de España. Con él las viejas crónicas, inexactas y tendenciosas, comenzaron a ser rigurosas y objetivas

De la pequeña villa de Zorita del Maestrazgo podría descender originariamente la familia Zurita. Es pues romántico pensar que, en esta pequeña localidad a orillas del río Bergantes pudo tener sus orígenes “la Historia”, tal y como hoy la conocemos.
Jerónimo Zurita es reconocido como uno de los más insignes historiadores de España. Con él las viejas crónicas, inexactas y tendenciosas, comenzaron a ser rigurosas y objetivas.
Citar a Zurita, por parte de un historiador profesional, equivale a sustentar un edificio en la más sólida roca. Con él nuestro pasado se liberó de las brumas medievales y comienza a adoptar la estética de una ciencia exacta. Las viajas crónicas cambiarían, a partir del trabajo de este historiador Zaragozano. Sus “Anales de la Corona de Aragón” constituyen una obra fundamental, un canon en el que sustentar cualquier mirada al pasado.
El padre de Zurita fue uno de los más afamados médicos de la Corte del rey Fernando el Católico. Esto le permitió dar a su hijo Jerónimo la mejor educación. El abuelo de Gerónimo Zurita nació en la localidad de Mosqueruela. Parece que el apellido de la familia provendría del cercano pueblo de Zorita del Maestrazgo. Así lo constatan en la obra “Progresos de la Historia en Aragón y Vidas de sus cronistas”, de Juan Francisco A. de Uztárroz y Diego Dormer de 1680.
En esta bella localidad, Mosqueruela, poseía en aquellos años un magnifico archivo entre los muros de su Iglesia. El pequeño Jerónimo, bien pudo asistir como monaguillo, en algunas de las pocas visitas que su padre hacia a la localidad. En el pueblo del abuelo tenían algunas posesiones que requerían su atención.

Los antiguos cronistas relatarían así los acontecimientos que allí pudieron ocurrir. Con esa mezcla de fantasía, hechos históricos y subjetividad  que habían conformado el modo de mirar al pasado durante siglos:
Al joven infante le fue encomendada la tarea de servir al anciano cura como monaguillo. En aquella tierna edad, donde hasta las más pequeñas vivencias se engrandecen, ese día lo recordaría para siempre. Caló honda la visita que hizo con el mosen a aquel archivo, encajonado entre los muros de la iglesia. Viejos legajos, polvorientos papeles, se acumulaban tras aquellas macizas puertas. La fascinación por aquello marcó la vida de Jerónimo Zurita.
El sabio autor pronto formó parte de los secretarios de la Santa Inquisición. Recorrió toda Eurpa y el reino de España recogiendo los documentos en los que basaría sus obras. Así conformó un nutrido conjunto de fuentes documentales sobre las que fundamentar sus obras. La “alacena de Zurita”, como se dio a llamar a aquella colección, se perdió, en parte, tras un incendio.
Alcanzó, nuestro hombre, a ser cronista oficial del Imperio de Carlos I pero los últimos años de su vida los pasos recluidos en el monasterio de Santa Engracia en Zaragoza para así poder terminar su colosal labor. El 22 de abril de 1580 se publicó el último tomo de sus “Anales de la Corona de Aragón”. Concluida su labor unos meses después falleció.
Hoy, los muros de aquel templo de Mosqueruela, conservan muchos documentos. Algunos opinan que allí también pudo, el insigne cronista, tomar contacto con lecturas heréticas, muchos años después de su primera visita en la niñez. También las malas lenguas apuntan a que parte de su “alacena” se dejó allí bajo tres llaves. Los documentos que por alguna razón no convenían al Santo Oficio fueron escondidos entre los muros del templo. Pero eso es otra historia diferente…

Sergio Solsona
 
* Sergio Solsona es colaborador de El Seis Doble. Su espacio, aquí.
* Sergio Solsona es autor del blog "Maestrazgo templario".