Este mediodía, al bajarme del coche, he caminado con rapidez hacia mi casa, tenía ganas de llegar. Cuando tienes ya la gripe pegada como una lapa solo tienes ganas de tomarte una tarde libre, tumbarte tranquilo en la cama para arroparte y, si puede ser, dormir.
He elegido el sofá, una buena manta, una buena dosis de paracetamol y unos videos de Maradona de mi videoteca. Con el Pelusa he podido cumplir con todas las condiciones descritas para combatir el resfriado menos la de ¡dormir!
Casi cinco horas de magia, de toques sutiles, de goles increíbles, de creatividad, de alegría, de fantasía… ¡dormirse hubiera sido una profanación para todo aquel que ama este deporte!
Al levantarme me he encontrado bien, sorprendentemente mejorado. En cinco horas, el paracetamol habrá hecho parte de su trabajo, pero no el suficiente ¡seguro!
El verdadero alivio sintomático ha sido gracias a la visión de esas imágenes con fondo musical de Albéniz o Mozart; a las opiniones sentidas manifestadas por algunos expertos del fútbol en los documentales; al regalo y a la emoción garantizada que siempre da verle jugar… o a ¡esa mano de Dios!