Crimen y castigo - Peculiaridades del fútbol inglés

Lunes, 14 de enero de 2013 | e6d.es
• Desde que Benítez llegó al Chelsea los aficionados del club le han abucheado y han exhibido multitud de pancartas pidiendo que se vaya

Decir que fichar a Rafa Benítez como entrenador del Chelsea es como si el Barcelona fichara a José Mourinho sería una exageración. Pero por ahí va un poco la cosa. La comparación es útil en el intento de entender la rabia que ha generado la llegada del español en la afición del Chelsea.
Durante los tres años que Benítez y Mourinho coincidieron como respectivos entrenadores del Liverpool y del Chelsea la rivalidad entre los dos clubes, innocua hasta aquel momento, se volvió feroz. Se enfrentaron dos veces en semifinales de la Liga de Campeones y en una semifinal de la FA Cup, todas ganadas por el Liverpool. Tras la salida de Mourinho, despedido por el dueño ruso del Chelsea, Roman Abramóvich, en 2007, Benítez se batió con el Chelsea en otra semifinal de la Champions y también en cuartos de final. En estos dos casos el Chelsea salió el vencedor. Y hubo, por supuesto, muchas batallas en la Premier League. Tanto dentro como fuera del campo, la gran mayoría de estos encuentros se disputaron, como comentaba The Guardian ayer, “en un ambiente de intensa animosidad”.
La afición del Liverpool llegó a odiar a Mourinho tanto como la del Chelsea a Benítez. Las batallas verbales entre ambos en aquellos años —que si los árbitros favorecían a un equipo o al otro, etcétera— fueron constantes. Benítez se mofaba de las enormes cantidades de dinero ruso del que disponía Mourinho para fichar jugadores y una vez explicó la mala relación que tenía con el portugués de la siguiente manera: “Solo se lleva bien con los entrenadores de los equipos a los que gana”.
Desde que Benítez llegó al Chelsea los aficionados del club le han abucheado, han exhibido multitud de pancartas pidiendo que se vaya ya y el cántico más oído desde las gradas, antes y después de los partidos, ha sido (tradúzcanlo como quieran), “Fuck off, Benítez!”. Pero tan valientes los fans del Chelsea no son. En el fondo su ira se dirige a Abramóvich, el único responsable del nombramiento del antiguo entrenador del Liverpool, pero no se atreven a expresarla. Porque saben que, pese a sus múltiples disparates y caprichos, el ruso es la razón por la cual el Chelsea se ha convertido en la última década, por primera vez en sus más de 100 años de historia, en una potencia del fútbol mundial. La afición sabe, o sospecha seriamente, que si el ruso se fuera el Chelsea volvería rápidamente a ser lo que siempre había sido: un club de mitad de tabla, de medio pelo.
Con lo cual Benítez se ve en el duro doble papel de tener que absorber tanto los golpes contra él mismo como los no declarados contra Abramóvich, que tampoco ha sido perdonado nunca por haber despedido a la figura más venerada de la historia del club, José Mourinho. La psicología del aficionado del Chelsea tiene hoy la tortuosa complejidad de un personaje de Dostoievski. Una forma de restaurar la salud mental de los abonados del estadio de Stamford Bridge sería fichar en el verano a Pep Guardiola, que es con lo que sueña el ruso. Si eso fallara, solo habría otra opción. Una que dañaría al amor propio de Abramóvich pero le ganaría una vez más el afecto de la afición: volver a fichar a Mourinho.
El autor de este texto es John Carlin. Leer artículo completo y ver hilo de debate en elpais.com.