Amaranto, la planta rebelde y un tesoro de los mayas

Miércoles, 22 de enero de 2014 | e6d.es
• La NASA lo consideró adecuado para la alimentación de sus tripulaciones

Se trata de uno de los tesoros mayas, rico alimento prehispánico que nunca importaron los conquistadores y que en México se sigue produciendo en las mismas zonas de la época precolombina: el amaranto, Amaranthus caudatus, o kiwicha, comenzó a cultivarse en América hace más de 7.000 años y alberga algunas historias. Destaca por su alto contenido proteico, un 17%, aproximadamente, superior al del trigo, que contiene del 12 al 14% de proteína; el arroz, del 7 al 10%; o el maíz, del 9 al 10%. Su aporte de carbohidratos es importante: entre un 50 y un 60% de almidón. También es rico en grasa, sobre un 8%, si bien se trata principalmente de ácido oleico y ácido linoleico, lípidos cardiosaludables. Es una planta de rápido crecimiento, con hojas, tallos y flores moradas –cuya coloración se debe a la presencia de betalaínas–. Además de su interesante valor nutricional, posee aprovechamiento integral –flores, hojas, semillas–, un tipo eficiente de fotosíntesis, se adapta con facilidad a distintos ambientes, es muy resistente y no requiere grandes cuidados. De hecho, por su fortaleza y sus demás características, la NASA lo consideró adecuado para la alimentación de sus tripulaciones. Y la planta llegó a germinar en el espacio en 1985, gracias al astronauta mexicano Rodolfo Neri.
Su resistencia lo ha convertido en quebradero de cabeza de Monsanto, proveedor de productos químicos para la agricultura, y la naturaleza ha vencido por una vez al glifosato, ingrediente activo del herbicida de Monsanto de mayor venta en todo el mundo, Roundup. Ha devastado cultivos de soja transgénica en EEUU y, aunque los informes de la empresa lo denominen “malas hierbas”, se trata de amaranto. En México, el cuarto país con mayor biodiversidad en el mundo, sólo existen dos compañías certificadas de productos orgánicos que cultiven amaranto. Una de ellas es Amarantla. Tiene más de 40 empleados, la mayoría son mujeres, sobre todo madres solteras que sustentan la economía de sus familias. “Es una base que está impactando en la región”, señalan.
Comenzaron el cultivo en 1990 en una superficie de una hectárea y media, y ahora siembran en un total de 45. En 2002, su producción pasó a ser exclusivamente orgánica “porque, cuando se le agrega materia orgánica a un suelo, se fortalece su actividad microbiana. Como consecuencia, la riqueza nutrimental del suelo se ve beneficiada. Así conseguimos preservar nuestros suelos agrícolas”, asegura Felipe Hernández, director general de Amarantla, que demanda el empleo de cultivos ecológicos en México. 
La etiqueta orgánica o ecológica de un alimento requiere rechazar agroquímicos sintéticos, y la irradiación, y asegura que no se han utilizado organismos modificados genéticamente en su producción y elaboración. “Se trata de extender un sistema de producción que optimiza el uso de los recursos de la tierra donde nace, enfatizando la fertilidad del suelo y la actividad biológica, y cumpliendo con la función de reconstituir los ecosistemas, pues ayuda a la tierra a seguir siendo fértil”. Leer noticia completa y seguir hilo de debate en eldiario.es