Alberto Fabra, un político gris y mediocre que demuestra no tener idea de nada

Martes, 7 de mayo de 2013 | e6d.es
• “Esta casta no abriga ni el más mínimo sentimiento humanitario, ni tiene entraña alguna de compasión, sino que se mueve por el más estricto interés personal”

La EPA, con los 6.202.700 parados (siete millones, según el insigne y riguroso catedrático Roberto Centeno), ha sido una mazazo para los del PP; mazazo que ha resonado aún con más fuerza en la periferia. No se trata de un mazado ético, relacionado con la preocupación por el sufrimiento de nuestros semejantes, sino basado en el más estricto egoísmo: los caciques peperos de regiones y provincias han visto que van a perder las elecciones y van a ser ellos los que vayan al paro.
Esta casta no abriga ni el más mínimo sentimiento humanitario, ni tiene entraña alguna de compasión, sino que se mueve por el más estricto interés personal, incluida la más compulsiva corrupción, que en el PP está generalizada. Tan generalizada está en Valencia que tras el vendaval Gürtel y el episodio tragicómico de los trajes de Francisco Camps, que no era precisamente una lumbrera, el PP hubo de encumbrar a la presidencia de la Generalitat a un tal Alberto Fabra, porque debía ser el único que no había metido la mano en la caja, aunque no estoy dispuesto a poner la mano en el fuego por nadie. Nunca la Comunidad Valenciana había llegado a menos y Alberto Fabra a más.
En este delirium tremens de la alucinación autonómica, de la que viven tantos parásitos, familias enteras de parásitos, a costa del esfuerzo de los demás, resulta que no tenemos ningún estadista, pero coleccionamos presidentes. Valencia tiene un presidente y Murcia, otro y La Rioja, otro y Cantabria, tuvo a uno que repartía anchoas y que ahora va de populista chusquero. Y Cataluña tiene un virrey y Vascongadas, otro, que encima se quieren separar sin que nadie les detenga, como es de Ley. Y cada pocos kilómetros hay un Parlamento y 42.000 coches oficiales que no pagan la gasolina ni los peajes, que se los pagamos los demás.
Se han generado diecisiete centralismos que no hay quien los sostenga y Alicante, por ejemplo, a su pesar, contra su voluntad se ve obligada a mantener una Valencia esclerótica y burocratizada, como también está obligada a tamaño desafuero la Valencia emprendedora y laboriosa.
Aturdido por el mazazo, no por los cientos de miles de valencianos en el paro sino porque percibe que a él le van a dar una patada en las posaderas. A él y a todos los compañeros de su corrupto partido, porque en la Comunidad Valenciana es una purita cloaca, donde ni tan siquiera tienen contabilidad, porque el PP ni existe, sino una trama PP, una trama de asociaciones en la que destaca en opacidad el PP ilicitano, cortijo de Mercedes Alonso.
Aturdido, pues, por el mazazo al PP -los parados importan una higa, pues no en vano el partido de Rajoy hizo campaña definiendo al PSOE como “el partido de los cuatro millones de parados”, cuando el PP ya es “el partido de los seis millones de parados” (de los siete, según el insigne Roberto Centeno), la excelencia de la mediocridad que es Alberto Fabra ha tocado a rebato, a sus consellers, porque aquí tenemos ministros, ministrillos, ministriles, asesores e incluso consellers que se tildan de honorables. Les ha reunido a comer a dos carrillos, con cargo al contribuyente, en el CDT (Centro de Desarrollo Turístico) de Castellón, un organismo público deficitario que sirve para que la casta se solace.
El autor de este texto es Enrique de Diego. Leer artículo completo y ver hilo de debate en alertadigital.com.