Aequo animo | A menudo los hijos se nos parecen...
"A los incívicos hay que recordarles el inicio de una canción de Serrat"

La escena que acabo de describir es real, una estampa urbana bastante cotidiana; aunque con una peculiaridad negativa que viene dada porque la vecina fulanita de tal es maestra, tiene a su cargo a una veintena, o más, de personitas a las que además de inyectarles conocimientos, está obligada a modelarlos de forma que fuera de las paredes de clase sepan llevar a cabo unas pautas mínimas de comportamiento social. Y, posiblemente lo haga, aunque se quede en un discurso inconexo con la práctica, ya que a las 11 de la mañana no debe echar la basura, según las ordenanzas municipales; debe utilizar los pasos de peatones como lógica de tránsito peatonal y no aumentar la 'población' de colillas urbanas. Un sistema que no tenga a los maestros como cimiento es igual a un pozo sin fondo. Me queda el consuelo de pensar que la vecina fulanita de tal es tan sólo un ejemplo aislado y no representativo del colectivo docente.
Los maestros y maestras, por el componente pedagógico que comporta su misión en la sociedad, los padres y las personas adultas en general, al igual que la mujer del César, además de ser honestos deben parecerlo. A los incívicos hay que recordarles el inicio de una canción de Serrat: "A menudo los hijos se nos parecen...".
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