• Científicos e ingenieros del ‘Curiosity’ viven con los pies en un planeta y la cabeza en otro
Aunque el título parezca querer parafrasear al libro de Khaled Hosseine Mil soles espléndidos (la versión en castellano), el término sol tiene otro significado en la exploración de Marte.
Sol es la forma abreviada del inglés solar day, día solar, y representa el tiempo que tarda el Sol en pasar dos veces por el meridiano cero.
En la Tierra le llamamos día y en Marte sol, quizás para significar que no son exactamente iguales, un sol tiene unos 39 minutos más que un día. Esos 39 minutos de diferencia diaria y el horario de los satélites que retransmiten a la Tierra los datos que les envía Curiosity, han hecho que este periodo haya sido especialmente duro. No ha habido dos días seguidos en los que los turnos de trabajo en el centro de control, en el Jet Propulsion Laboratory (en California), hayan comenzado a la misma hora.
Si el primer día comenzamos a las 12 de la noche, 10 días después se empezaba a las 7 de mañana. La tensión propia de hacer algo absolutamente nuevo y la desorientación del horario han sido un cóctel difícil de digerir algunos momentos. En la Tierra todos los acontecimientos de nuestra historia los tenemos referenciados, datados. La llegada de Colón a América fue el 12 de octubre de 1492. En Marte, no hay referencias. La llegada del Curiosity a Marte fue el sol 0 del año 1. Su historia empieza a escribirse en ese momento, y de una forma trepidante. En estos primeros soles, el objetivo fue probar todas las capacidades del rover, entendiendo por tal que es capaz de moverse, de desplegar el brazo, de tomar muestras, de que los instrumentos funcionan según lo esperado, las imágenes, etcétera. Ha sido especialmente emocionante cuando en la primera reunión de cada día, y en los soles iniciales fundamentalmente, los representantes de cada instrumento iban informando de los primeros datos recibidos y el resto del equipo del Curiosity los recibía con una salva de aplausos. Por cierto, la estación meteorológica española REMS fue de los primeros en informar de esa primicia. Poco a poco, el trabajo ha ido transformándose en algo más rutinario, aunque siempre nos sorprende las increíbles imágenes que se reciben, la mayoría de ellas accesibles inmediatamente en la página web del proyecto. El procesado de los datos y la preparación de las instrucciones del día siguiente es una tarea que realiza un pequeño ejército de científicos e ingenieros y que se extiende a lo largo de 18 horas de trabajo. Una cascada de reuniones se va concatenando a lo largo de esas horas, cada una con un nombre a cual más extraño. Las dos primeras son las más interesantes, porque tienen las novedades del día. En la primera los equipos informan de los datos recibidos y de las novedades más relevantes. La segunda está enfocada a definir las tareas que el Curiosity tiene que realizar al día siguiente: tomar imágenes con alguna de sus 17 cámaras, mover el brazo, tomar una muestra, etcétera. El resto de las reuniones van encaminadas a traducir esos planes a los comandos que posteriormente envían al rover. En ese pequeño ejército hay dos grupos claramente diferenciados: los encargados de decidir lo que tiene que hace el rover y los que ejecutan esas decisiones. Los primeros son fundamentalmente geólogos, geoquímicos, físicos, algún biólogo... y están organizados en grupos de trabajo que discuten diariamente lo que hará el rover al día siguiente. REMS es una de las herramientas del grupo que estudia el medio ambiente, en sus reuniones determinan en que momentos del día tomará datos. Además, al final de su jornada se hace una reunión conjunta de discusión, se interpretan los resultados preliminares, se discuten imágenes. Debido al tortuoso horario, estas reuniones se han producido a extrañas horas. Nunca antes se había tenido la experiencia de hacer este tipo de discusiones a las 3 de la madrugada por ejemplo; esas horas siempre han sido para otro tipo de actividades. El grupo ejecutivo, el que comanda el rover y cada uno de sus instrumentos, está formado fundamentalmente por ingenieros. REMS, como el resto de los equipos, tiene una persona que analiza los datos que envía a la Tierra el rover, otra que planifica la actividad del día siguiente y una tercera que la traduce a los comandos que tienen que enviarse a Marte. El rover también tiene su equipo de apoyo que monitoriza sus constantes vitales y que simula lo que tiene que hacer al día siguiente. Las sorpresas se tratan de evitar al máximo. Creo que la base del éxito de esta fase del proyecto reside en la coordinación y cooperación. Quizás parece una perogrullada, pero desgraciadamente si miramos en nuestro derredor encontramos muchos ejemplos que nos dicen que no es tan sencillo. Cooperación entre instrumentos, por ejemplo intercambio de datos para facilitar la operación o para descifrar mejor la información que transmiten. Igualmente entre instrumentos y rover, la información de REMS ha resultado ser muy valiosa para realizar ciertas operaciones del brazo articulado. El espíritu de cooperación se alimenta del objetivo común, o de la empresa común, de explorar Marte. El equipo de REMS forma parte de ese pequeño ejército, que es el único en el mundo trabajando en Marte con unas herramientas también únicas. Es el gran proyecto de exploración heredero de la legendaria misión Viking de los años 70 del siglo pasado. Estamos colaborando estrechamente con los ingenieros del JPL, con ingenieros y científicos de EE UU, Canadá, Rusia, Reino Unido, Francia, etcétera, y participando de los problemas y éxitos del proyecto. Para muchos de nosotros, proyectos como este, eran el sueño nos animó a seguir un camino de trabajo que no ha sido ni mucho menos fácil. Pero al final hemos sido afortunados Al poder alcanzar nuestra meta. Es una oportunidad única, que debemos explotar al máximo, por nosotros y por toda la comunidad de investigadores de España. Quizás sí debería haber puesto como título de 90 soles espléndidos en Marte. Javier Gómez-Elvira. Leer noticia y ver hilo de debate en su fuente original elpais.com.