Sueca - El cerro de los arrozales benditos

Jueves, 23 de agosto de 2012 | e6d.es
• Mirar la marjal desde la Muntanyeta dels Sants es una forma de ver la cultura valenciana del arroz
La Muntanyeta dels Sants es un lugar privilegiado desde el que otear con la mejor perspectiva los arrozales valencianos en su cambiante fisonomía. Desde este promontorio de origen calcáreo situado a 27 metros sobre el nivel del mar, es más fácil hacerse una idea de lo que fue la laguna de la Albufera en su mayor extensión, cuando rebasaba los límites del actual parque natural de 21.000 hectáreas. Y aún más, imaginar a los humanos más antiguos de la comarca que pudieron habitar este cabezo plantado sobre un yacimiento paleontológico. Si se accede desde Valencia saliendo por la autopista del Saler en dirección al Palmar y El Perelló, se percibe en una sucesión de flashes el especial ecosistema en el que se penetra. Arrozales y bosque dunar, olor a pino y a mar. Laguna, embarcadero, mirador. Golas de Pujol, El Perellonet y El Perelló. Puestos de venta directa de frutas y verduras. Restos de la discoteca Puzzle, arqueología reciente de la Ruta del bakalao. Discoteca Barraca. Desvío a la playa de Les Palmeretes o hacia Sueca. A elegir. Llegar a la Muntanyeta, a las puertas de Sueca, es fácil. En las escaleras, los pájaros reciben al visitante echando las campanas al vuelo con sus gorjeos, el aire se hace más agradable al ascender y la visión al coronar es tal que no importa mucho que la ermita de los Santos Abdón y Senent esté cerrada. Es de origen medieval, reformada y reconstruida a lo largo de los siglos, pero contingente. Todo pudo desaparecer a mediados del siglo pasado por la explotación como cantera. “Se salvó gracias a Fermí Cortés, persona muy católica amiga de Joan Fuster, que avisó a la autoridad eclesiástica del peligro que corría la ermita”, recuerda Emili Piera, periodista nacido y criado en Sueca. “A raíz de su intervención, cesaron los barrenazos". En torno a la Muntanyeta hay pinos, olivos y cañas, alguna caseta, hasta una carpintería y, sobre todo, arroz.
Desde el punto de vista paisajístico, los cambios en el paisaje de los arrozales son “graduales y muy interesantes a lo largo del año”, apunta Santos Ruiz, gerente del Consejo Regulador de la Denoninación de Origen Valencia. “Ahora los ves en su plenitud, pero dentro de nada empezarán a entrar las primeras máquinas y todo comenzará a cambiar otra vez”. Será entre finales de agosto y primeros de septiembre. "Este paisaje tiene cuatro momentos maravillosos durante el año", corrobora Piera. El periodista relaciona su adolescencia con tradiciones perdidas en el cultivo de esta gramínea introducida por los árabes. “Antes lo característico era la plantà, en torno al mes de marzo”, recuerda. “Era tan duro, con el agua fría, que el jornal era de cinco horas”. Diez horas, dos jornales. Luego se replantaba, hacia el mes de abril. “Entre los años sesenta y setenta se pasó a la siembra directa, como ahora”.  Leer noticia completa en El País