En octubre de 1982 la Ribera supero los 1.000 litros por m2 de lluvia

Miércoles, 3 de octubre de 2012 | e6d.es
• La prevención de los riesgos naturales, un asunto pendiente
La triste cifra de diez muertos de estas recientes inundaciones se suma a los nueve de hace dieciséis meses por el terremoto. Cientos de heridos entre ambas catástrofes, las indemnizaciones por los daños causados a la agricultura y la ganadería esta vez podrían elevarse a cientos de millones de euros, según una previsión "aún muy provisional" de varias entidades entre las que se encuentran Agroseguro, el Consorcio de Compensación de Seguros, etc. Se suman también a los 1.650 millones de euros de pérdidas que nos legaron aquellos terremotos, es probable que hablemos de más de 2.000 millones en 16 meses, una veintena de víctimas y miles de damnificados de por vida.
Una media de 200 litros por metro cuadrado en unas horas con picos cercanos a los 245 en Puerto Lumbreras nos hacen recordar los 252 de la tragedia de Biescas de 1996, algo más que la de Bolnuevo de 1989 pero menos que la pantaná de Tous que superó los 1.000. El Sureste español es una región que en torno al agua vive en una constante tragedia, cuando no falta y se vive la angustia de la sequía, el agua es una masa asesina que arrasa. La gestión del agua aquí, es en pleno siglo XXI, la gran asignatura pendiente de sus dirigentes. Se pueden contar por decenas las inundaciones catastróficas sufridas sólo en el siglo XX y XXI. Una historia tan española como habitual y desconcertante, en la que nadie ha presentado todavía unas cuentas contundentes que nos hagan reaccionar; sabemos que entre la Comunidad Valenciana y Andalucía suman el 60% de todas las pérdidas de España por la mala planificación del agua. La Región de Murcia representa el 3%. Impredecibles y destructivos, los desastres por inundaciones son muy costosos, siguen pesando sobre las economías y las sociedades afectadas por décadas, y a veces, para siempre, al igual que los terremotos.
Sería deseable que las formas de aprender de las comunidades se desarrollasen a partir de la investigación y por lo tanto de la previsión, en vez que las lecciones dadas por la Naturaleza vengan de la mano de desastres y tragedias, es decir, en vez de por un desconocimiento del medio e inadaptación a su dinámica, lo cual es tremendamente costoso, por una prevención, adelantándose con armas efectivas desde la idea de que determinados elementos del medio humano pueden ofrecer resistencia a los efectos negativos de una catástrofe.
Este planteamiento vale para todos aquellos riesgos naturales que no deberían ser peligros, o no serlo tanto, y que conviven con nosotros desde que comenzamos a caminar sobre nuestro suelo español. Un país resiliente es un país con cultura, tanto a la escala del individuo como de la comunidad.  Leer noticia completa en ABC