Viaje a Cleopea (II) - Relato literario de Eva Borondo

Sábado, 14 de junio de 2014 | e6d.es
• “La naturaleza es muy misteriosa, pero los estudios científicos revelan que el misterio es realmente desconocimiento y que la naturaleza es básicamente una suma de casualidades y elementos azarosos en el tiempo y en el espacio”



5 de diciembre de 2008. Informe sobre progresos.
Hace cinco días que llegamos a Cleopea, pero el tiempo en este lugar cobra una dimensión particular. Tenemos la impresión de que hubieran pasado semanas y los miembros del equipo hemos acabado agotados por la cantidad de trabajo realizado.
Los doctores Kleime y Hamen ya han recogido y analizado una gran variedad de seres vivos de la zona. Están muy emocionados por los descubrimientos.
La comandante Riske prepara nuestra segunda fase de la misión: entrar en contacto con los Civilizados. Mañana Hamen y yo saldremos del bosque y nos adentraremos en las zonas de población.
Desde que aterrizamos la comandante está seria y preocupada. Temí que tuviera fiebre, pero el ardor se debía al sentimiento de responsabilidad por nuestras vidas y por el éxito de la misión.
Una vez pudimos darnos un baño, se relajó y volvió a ser más conversadora. De hecho, nos obligó a comunicarnos exclusivamente en una de las lenguas de Cleopea, la que conocimos por la gramática en ondas que enviaron desde este planeta al universo y por la cual advertimos la existencia de vida fuera de nuestro sistema cósmico.
Hamen y yo estamos aterrados por el encuentro con los Civilizados porque aunque tenemos un material genético muy parecido, hay diferencias notables. Los cleopeos tienen un cráneo más ovalado, orejas más pequeñas y narices más grandes. Por lo demás, ellos poseen igualmente un tronco, dos piernas y dos brazos. Lo último que pueden pensar es que somos alienígenas, antes creerán que somos unos extranjeros poco atractivos, pero igualmente es una misión de alto peligro.
La naturaleza es muy misteriosa, pero los estudios científicos revelan que el misterio es realmente desconocimiento y que la naturaleza es básicamente una suma de casualidades y elementos azarosos en el tiempo y en el espacio.
Pensar que hace más de doscientos millones de años un asteroide que portaba las mismas moléculas orgánicas expandió la vida en distintas regiones del Universo es algo sorprendente. El azar fue la causa de que en la trayectoria del asteroide se cruzaran dos planetas (al menos), Cleopea y el nuestro, Arcadia, con las mismas condiciones de vida, temperatura, radiación y presión similares. La vida en ambos planetas posee una base bioquímica similar y entre los organismos diferentes hay una gran coincidencia de ADN, pero sólo hay una especie que ha evolucionado hacia las etapas de civilización en Cleopea. Que la misma especie esté dividida en razas nos favorece el encuentro con ella, ya que nuestras diferencias físicas serán mínimamente percibidas.
Mañana será el gran día, el día histórico en el que podamos contactar y unir lazos con los seres de Cleopea, pero debo asegurar nuestro escondite por si hubiera un recibimiento belicoso por parte de los Civilizados.
En esta noche miro el firmamento y desde aquí da la impresión de ser el mismo que el de Arcadia, pero durante el día cobra un color celeste diferente a nuestro cielo verde. Las estrellas se ven igual, aunque en verdad son otras, sin embargo, yo veo el mismo abismo de luces en la oscuridad.
Mina Svarzsky, control de seguridad de la Starneu.