Un investigador español descubre un jardín funerario de hace 4.000 años en la entrada de una tumba

Domingo, 14 de mayo de 2017 | e6d.es
• "La necrópolis se convierte en el mejor camino para alcanzar y conocer la vida”


El Proyecto Djehuty, liderado por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) José Manuel Galán, ha descubierto en la colina de Dra Abu el-Naga, en Luxor (Egipto), un jardín funerario de hace 4.000 años, el primero encontrado hasta el momento. Estos hallazgos corresponden a la 16ª campaña de excavaciones arqueológicas, que este año cuenta con el patrocinio de Técnicas Reunidas y de Indra.
Los descubrimientos de este proyecto ayudan a comprender una época clave: el momento en que Tebas, actual Luxor, se convierte por primera vez en la capital del reino unificado del Alto y Bajo Egipto hace ahora aproximadamente 4.000 años.
 “Conocíamos la posible existencia de estos jardines porque aparecen representados en las paredes de las tumbas, donde los egipcios representaban cómo querrían que fuera su funeral y la entrada a sus tumbas. Se trataba de un pequeño jardín o huerto rectangular, elevado medio metro del suelo y dividido en cuadrados. Junto a él se plantaban, además, un par de árboles. Pero ésta es la primera vez que se ha encontrado físicamente uno de ellos, es la primera vez que la arqueología confirma lo que se deducía por la iconografía. El descubrimiento del jardín y su análisis exhaustivo aportará valiosa información sobre la botánica y el medioambiente de la antigua Tebas, de Luxor hace 4.000 años”.
Galán continúa: “Las plantas cultivadas en este jardín tendrían un significado simbólico y podrían haber desempeñado un papel en los rituales funerarios, por lo que también aportará información sobre creencias y prácticas religiosas, así como de la cultura y sociedad de la época, la dinastía XII, cuando Tebas se convierte por primera vez en capital del reino unificado del Alto y Bajo Egipto. Sabemos que a la palmera, al sicomoro o a la persea se les asociaba con la esperada capacidad de resurrección del difunto. Por otro lado, plantas como la lechuga tenía connotaciones de fertilidad y por tanto, de vuelta a la vida. Ahora habrá que esperar a ver qué plantas logramos identificar mediante el estudio de las semillas recogidas. Es un hallazgo único, espectacular, que abre múltiples vías de investigación”.
Y concluye el investigador del CSIC: “Excavar en una necrópolis no sólo permite conocer detalles del mundo funerario, de las creencias religiosas y prácticas funerarias, sino que también nos ayuda a conocer detalles de la vida cotidiana, de la sociedad y del entrono físico, tanto vegetal como animal. La necrópolis se convierte así, como creían los propios egipcios de aquella época, en el mejor camino para alcanzar y conocer la vida”.
El jardín o huerto funerario ha sido localizado en el patio abierto a la entrada de una tumba tallada en la roca del Reino Medio, muy probablemente de la dinastía XII, ca. 2000 a. C. El jardín, dividido en una cuadrícula de tres por dos metros, está compartimentado en cuadrados de aproximadamente 30 centímetros de lado, distribuidos en filas de siete o de cinco.
Los cuadrados del jardín, según señalan los expertos, pudo contener diferentes clases de plantas y flores. Además, en el centro del mismo, hay dos cuadrados más elevados que el resto, probablemente destinados para un pequeño árbol o arbusto.
En una de las esquinas los investigadores han recuperado la raíz y el tronco, de 30 centímetros de altura, de un tamarisco que todavía se mantenía erguido. Junto a uno de los lados, se halló un tazón con dátiles y frutos que pudieron haberse entregado como ofrenda.
Además, adosada a la fachada de la tumba con la que se relaciona por el momento el jardín, también se descubrió una pequeña capilla de adobe (46 centímetros de alto, 70 centímetros de ancho y 55 centímetros de profundidad), con tres estelas o lápidas de piedra en su interior. Son posteriores a la tumba y al jardín, pues datan de la dinastía XIII, en torno al año 1800 a. C. El propietario de una de ellas se llama Renef-seneb, y el propietario de otra de ellas es “el soldado (“ciudadano”) Khememi, el hijo de la señora de la casa, Satidenu”. En ellas se menciona al dios local de la antigua Tebas, Montu, y a los dioses de carácter funerario Ptah, Sokar y Osiris.
“Estos descubrimientos subrayan la importancia de esta zona de la colina de Dra Abu el-Naga como lugar sagrado para el desarrollo de una gran variedad de actividades de culto durante el Reino Medio, lo que ayuda a entender la alta densidad de tumbas de épocas posteriores y el simbolismo religioso que alcanza esta zona de la necrópolis”, concluye el investigador del CSIC.
Ainhoa Goñi / Comunicación CSIC