Still Life o Naturaleza Muerta | Relato literario de Eva Borondo

Sábado, 11 de abril de 2015 | e6d.es
• “…ningún príncipe llega para darle el beso de amor que la haga revivir”

Ahí, quieta como estaba, y muerta, no se diferenciaba de los montículos de hojas que agrupaba el viento al arrastrarlas. Tampoco era diferente de las formas que producían las hierbas en movimiento discontinuo, bamboleadas por el aire templado del sur.
Y, desde aquí, podría haber sido leña, tierra o roca, naturaleza muerta que no se descompone ni cambia, parte de un paisaje perenne.
Junto a su mano, apartada del tronco de su cuerpo con la distancia que establecía el brazo, una manzana mordida en amarillo brillante, todavía sin oxidar, constituía la última parte de un bodegón de vida estática.
Faltaban minutos para que la manzana se transformara en marrón y horas para que desapareciera, pero en este mismo instante seguía viva, crujiente y líquida, escupiendo saliva espumosa, blanca y dulce. La droga que tenía en su interior no sabía a nada.
Mientras el cabello azabache enredaba los caminos de las hormigas, rompiendo la elaborada monotonía del ejército fórmico, una abeja libaba, confundida, los hilos de la falda amarilla.
Y desde aquí puedo ver que ningún príncipe llega para darle el beso de amor que la haga revivir, porque tan hundida está en la hierba alta, que no es posible que nadie la vea. Más bien la confundirán con leña, tierra o roca, naturaleza muerta que no se descompone ni cambia, parte de un paisaje perenne.