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 13/08/2012

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¿Qué es más importante en el fútbol de los niños y jóvenes, buscar la victoria o una óptima formación?

En el fútbol base no recogemos frutos, ponemos semillas

El mandamiento deportivo de que “lo importante es participar” y jugar, hace tiempo que fue arrojado a la basura en la mayoría de los clubes de fútbol por técnicos que utilizan a sus jóvenes discípulos exclusivamente como plataforma para su ascenso social y profesional. La cultura de la victoria en el deporte infantil está causando diariamente en todas las partes del mundo mucho daño, no sólo a los niños, también a los clubes cuya calidad de formación de sus talentos está condicionada negativamente cuando se busca por todos los medios la victoria, independientemente de si se trata del equipo benjamín, alevín, infantil o cadete. Sólo en pocos clubes se mide la calidad de la formación en el número de jugadores que cada año pueden ser incorporados en la plantilla del equipo representativo. En ellos, en vez de jugar para ganar se disputan partidos para aprender y ganar a largo plazo.
Un estudio a finales de los años ’90 reveló que de los 20 millones de niños norteamericanos que participaban en actividades deportivas organizadas, 14 millones lo dejan antes de haber cumplido 13 años. También en el fútbol español se observa con preocupación (pero sin haber tomado las correspondientes medidas) un incremento constante de niños de entre 13 y 15 años de edad que abandonan el “fútbol federado” después de haber entrenado y competido como adultos durante 6 o más años.
La deserción masiva se debe a que el juego, concebido inicialmente de los niños como unas actividad lúdica y de entretenimiento compartido con otros amigos, se ha convertido para ellos con el paso de los años en una experiencia amarga por las frustraciones vividas, el sistema rígido de las competiciones, la presencia de sus críticos padres y especialmente por las muy elevadas exigencias de los entrenadores, cuyo objetivo es, en vez de formar a los jóvenes a conocer y a dominar cada vez más el complicado y difícil juego de fútbol, conseguir con ellos a cualquier precio muchas victorias y así el prestigio necesario para optar a un trabajo mejor remunerado en el mundo de fútbol.
Desgraciadamente, el fútbol profesional que es considerado el modelo de referencia para el fútbol base ha logrado contaminarlo. Hoy en día hay una conspiración contra el desarrollo del talento futbolístico porque hay demasiados entrenadores que por pedir la victoria contagian la alegría de los jóvenes en el juego.
Disfrutar jugando, sentirse a gusto, hacer una experiencia placentera, hacer disfrutar a los demás, apartarse de la presión ambiental y tener todos los 5 sentidos metidos en la tarea es para muchos jóvenes una terapia para sobrevivir en el fútbol. El sufrir para ganar lleva a estos jóvenes jugadores a un exceso de presión, a un temor al fracaso, a no tener ganas y a abandonar frecuentemente su práctica. Pero si juegas con ganas, ganas. Si no, tú te lo pierdes.

R. Denoueix, aquel entrenador de la Real Sociedad que pocas semanas antes de proclamarse subcampeón en la Liga de Estrellas le dijo lo mismo a sus profesionales pero con otras palabras: “Nuestro fin no es el éxito, sino perseguir el placer por el juego.”
El debate “¿ganar o formar?” está enfrentando entre sí a los profesionales que se dedican a la organización, gestión, investigación y enseñanza o entrenamiento de casi todos los deportes, pero también a muchos padres que ven en la actividad deportiva de sus hijos una plataforma de promoción social y económica.
La clave del problema reside en la consideración de la práctica deportiva desde la propuesta que ofrecen las federaciones regionales como única referencia válida. En ellas todo gira alrededor de la búsqueda del modelo de campeón y la práctica puramente competitiva para conseguirlo.

Las categorías inferiores se ven salpicadas tanto en los objetivos como en la forma de enseñar de sus técnicos por un afán desmedido en alcanzar cuanto antes los máximos resultados del joven deportista.
Doy un ejemplo. En cualquier “Escuela de Fútbol”, antes de empezar a trabajar, los responsables pueden elegir entre dos filosofías bien distintas de trabajo:

1.- Buscar por todos los medios la victoria de sus equipos a corto plazo.
2.- Buscar, a pesar de la posibilidad de perder partidos, una óptima formación gradual e integral del jugador con objetivos a más largo plazo.
Según la orientación elegida, las consecuencias para los niños y para las “Escuelas de Fútbol” son las siguientes:

Objetivo: Ganar
Se suele seleccionar a jugadores que están acelerados en sus capacidades físicas, especialmente a los más fuertes. Ellos son los titulares. Se da menos importancia a su habilidad técnica, a la asistencia regular, a su actitud y esfuerzos en los entrenamientos y al comportamiento dentro del grupo.
Objetivo: Formar

Todos juegan y no solo lo más fuertes. Se prefieren jugadores con perspectivas en el manejo del balón e inteligencia. El buen comportamiento dentro y fuera del campo es uno de los criterios para la selección, así como la voluntad de esforzarse.

Objetivo: Ganar
Hay menos posibilidades para los menos fuertes, para los más jóvenes, para los retardados en su desarrollo y menos capaces. El fútbol es antidemocrático.
Objetivo: Formar
Todos tienen los mismos derechos para jugar, independientemente de su físico y capacidad. El fútbol es democrático.

Objetivo: Ganar

Desde los 8 años se da una desmesurada importancia a la táctica colectiva.
Objetivo: Formar
El partido sirve para evaluar el grado de habilidad y ganar experiencia en la táctica.

Objetivo: Ganar

Se aplica siempre el mismo sistema de juego.
Objetivo: Formar
Se varía frecuentemente el sistema de juego.

Objetivo: Ganar
Se busca inmediatamente la profundidad en el juego de ataque. El equipo tiene prisa y juega más rápido de lo que es capaz.
Objetivo: Formar
Prevalece la cultura de mantener la posesión del balón. No hay prisa en el juego.

Objetivo: Ganar

Se juega muy verticalmente y se emplean frecuente y preferiblemente pases largos (también el portero despeja con el pie.
Objetivo: Formar
Todos los jugadores tocan el balón. Prevalecen los pases cortos y apoyos cortos. El portero suele servir el balón con un pase con la mano.

Objetivo: Ganar
Pocas intenciones para construir el juego. Frecuentemente el balón no pasa por el medio del campo y va directamente a los atacantes a través de pases largos.
Objetivo: Formar
El balón avanza generalmente desde la defensa a los centrocampistas y de ellos a los atacantes, basándose el juego en los principios de la comunicación y cooperación.

Objetivo: Ganar
Se realizan cambios de orientación en las acciones ofensivas.
Objetivo: Formar
Con el objetivo de crear espacios para la penetración, se cambia frecuentemente la orientación en el ataque.

Objetivo: Ganar

El responsable es un entrenador o técnico que instruye con el fin de ganar el partido y el campeonato. El jugador debe obedecer al técnico que manda o instruye desde la línea lateral.
Objetivo: Formar
El responsable es un formador que estimula con el fin de mejorar el rendimiento del jugador y de su equipo. El jugador realiza la próxima acción en función de lo que él ha observado y decidido. No decide el técnico para él.

Objetivo: Ganar
En busca de la victoria se enseña a ser desleal, hacer trampas, ser deshonesto y engañar a los contrarios y al árbitro. Los fines justifican los medios.
Objetivo: Formar
Se enseña a la deportividad, a la honestidad, a respetar el reglamento y ser leal en la confrontación con los adversarios.

Objetivo: Ganar

Se juega más contra que con el balón. No hay tiempo y espacio para amagues.
Objetivo: Formar
Se juega con el balón acariciándolo. Hay tiempo para ejecutar fintas y utilizar su fantasía e imaginación.

Objetivo: Ganar

Prematura especialización en una determinada demarcación o rol. Juegan siempre los mismos y poco los suplentes.
Objetivo: Formar

Todos reciben varias oportunidades, experimentan varios puestos y roles en la competición. Juegan todos, independientemente de su calidad.

Objetivo: Ganar
Se expone al joven prematuramente a la competición de los adultos. Dura años hasta que desarrolle los mismos hábitos que demuestran los adultos en el juego 11 contra 11.
Objetivo: Formar
Se adapta la competición en cada fase de la evolución del niño a sus capacidades físicas e intelectuales.

Objetivo: Ganar

Se da una desmesurada importancia al trabajo físico porque así se consiguen más rápidamente resultados.
Objetivo: Formar
Se busca respetar la naturaleza del niño y se mejoran las capacidades condicionales y coordinativas con una gran variedad de juegos.

Objetivo: Ganar
Para poder ganar prevalece en los entrenamientos la aplicación de la metodología tradicional.
Objetivo: Formar
Para poder formar mejor al jugador debe prevalecer en las prácticas la aplicación de la metodología activa.

Objetivo: Ganar

Se valora más lo deportivo que la persona. Se aceptan frecuentemente comportamientos discutibles para conseguir un buen resultado.
Objetivo: Formar
Se da prioridad a la formación de la persona por medio del deporte. Se utiliza el deporte como una escuela de la vida.

Un técnico de fútbol base que gana casi todo no ha trabajado por el futuro de sus jóvenes jugadores, sino por su porvenir

En muchas ocasiones, la obsesión de los entrenadores y especialmente de los padres de alcanzar con los jóvenes de entre 8 y 12 años resultados antes de tiempo, incentivan a los técnicos a planificar y realizar en los entrenamientos exclusivamente ejercicios / juegos específicos de fútbol.
Como consecuencia se producirán éxitos rápidos en los resultados de sus competiciones, pero el declive no se hace esperar después de pocos años. Además, la falta de variedad en la formación unilateral aumenta el riesgo de lesiones y no estimula la motivación para entrenar con vistas a alcanzar objetivos importantes a largo plazo. Los niños así formados suelen abandonar la práctica del fútbol más frecuentemente que aquellos que han disfrutado de una formación en varios deportes, requerimiento básico necesario para alcanzar con el tiempo el más alto nivel.
Es sabido que sólo una amplísima experiencia motriz ganada en la edad del mayor aprendizaje motor (7-11 años) permite aprender posteriormente más rápido y ejecutar eficientemente las más complicadas técnicas y comportamientos tácticos que exige el fútbol de alto rendimiento.
Para incentivar a los formadores de fútbol a asegurar mediante un cambio de los contenidos de los entrenamientos una formación más polivalente de los jóvenes de entre 8 y 11 años, según mis experiencias, es imprescindible cambiar la estructura de sus competiciones, sabiendo que el entrenador suele preparar lo mejor posible al niño para la competición con contenidos que simulan situaciones de la misma.
Consecuentemente, una óptima relación entre entrenamientos multilaterales y especializados sólo se alcanzará en los campos de fútbol cuando los niños de 8 y 9 años realicen en el futuro competiciones formativas que exijan aparte de un cierto nivel en las capacidades futbolísticas otras habilidades y capacidades motrices que son imprescindibles para su futura formación (por ejemplo las capacidades coordinativas y condicionales).


Ganar una copa menos en el fútbol base significa muchas veces ganar un extraordinario jugador más

Un ejemplo para enseñar a ganar y al mismo tiempo formar el joven es mi propuesta del PENTATLÓN DE MINI FÚTBOL. En él se busca, por medio de una estructura distinta, una competición mucho más formativa que exija del joven alumno (y también del entrenador o formador) tanto el cuidado de los aspectos específicos de fútbol como los multilaterales de éste deporte en cuestión, dando al mismo tiempo importancia al aspecto lúdico.
Horst Wein
Licenciado en educación física y formador de fútbol
Colaborador de Clan de Fútbol
 
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