¿Por qué tiritamos cuando tenemos frío?

Lunes, 28 de enero de 2013 | e6d.es
• Es un movimiento involuntario y convulsivo consistente en la contracción y el relajamiento repetitivo de miles de pequeñas fibras musculares


Basta con estar expuesto a bajas temperaturas para que comencemos a tiritar, a veces de manera descontrolada. Con castañeteo de dientes incluido.
Y sin poder hacer nada por evitarlo… más que entrar en calor, por supuesto.
¿Y por qué se desencadena este proceso involuntario?
La temperatura óptima para el funcionamiento de los mecanismos fisiológicos de nuestro cuerpo se sitúa alrededor de los 36,5º C, que es la temperatura que mantenemos habitualmente.
Si por cualquier circunstancia esta temperatura cambia, nuestro organismo pone en funcionamiento mecanismos que la corrijan y la vuelvan a su valor inicial.
Un frío extremo, por ejemplo, hace que perdamos calor corporal por irradiación y nuestra temperatura disminuye. Por ello, cuando la temperatura ambiente es baja y sentimos frío, tendemos a frotarnos las palmas de las manos, los brazos o a movermos enérgicamente para que nuestros músculos generen calor con su esfuerzo.
Pero si no nos movemos o la producción térmica de nuestros movimientos es insuficiente, reaccionamos de manera automática e involuntaria tiritando.
Tiritar es, pues, un movimiento involuntario y convulsivo consistente en la contracción y el relajamiento repetitivo de miles de pequeñas fibras musculares a lo largo de todo nuestro cuerpo, con la finalidad de generar calor aumentando el ritmo metabólico hasta restablecer el equilibrio térmico.
 
Nota sabionda: Si nuestra temperatura desciende a los 32º C sufrimos amnesia; a los 27º C perdemos el conocimiento y a los 21º C nos morimos. Para conseguir mantener la temperatura óptima, invertimos el 75% de la energía que generamos.
Nota sabionda: Cuando hace mucho frío nuestro organismo limita el calor a la zona interna del cuerpo vaso constriñendo los vasos sanguíneos de las extremidades. Así, la sangre no pierde calor al pasar por zonas muy cercanas a la superficie. Debido a ello nuestras manos y pies se enfrían antes cuando hace frío y es lo primero que se congela en una situación de frío extremo.
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