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 17/02/2013

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Panorama desolador ante los fallos de ortografía y de expresión de los estudiantes universitarios

“El problema no es solo de ortografía. También, o más, de prosodia. Es decir, la organización de la sintaxis: los puntos, las comas…”


Escribir habrir es una falta de ortografía tan descabellada e inverosímil que parece un signo de rebeldía, como quien escribe okupa. Sin embargo, cuando una profesora de Hispánicas —letras— y otra de Agrónomos —ciencias— repasan en común mentalmente las faltas más habituales de sus alumnos aparece pronto el dichoso habrir. ¿Cómo llegan a una falta tan rocambolesca? Probablemente, conjeturan las docentes, porque no distinguen “habría” del verbo haber de “abría” (casi siempre escrito sin acento) de abrir. Los fallos ortográficos y de expresión son frecuentes en unos estudiantes que con esa ortografía no hubiesen pisado la Universidad. Los profesores reconocen que el panorama es desolador, pero pocos bajan la nota de un examen por la ortografía y la expresión —menos aún en las carreras de ciencias— y no existen reglas comunes para baremar este asunto en los departamentos de las facultades.
“Hay algo de verdad y algo de tópico. Si no hubiera sido por la métrica, el poeta podría haber dicho tal vez ‘cualquier ortografía pasada / fue mejor’. Antes había un sector de la población que no estudiaba y que apenas sabía escribir. Ese sector hoy ha accedido a la enseñanza y, por supuesto, escribe mejor”, explica el académico Salvador Gutiérrez, que fue el encargado de coordinar Ortografía de la lengua española, el polémico volumen de la RAE. “Sin embargo, los que antes estudiaban debían someterse a un largo y duro aprendizaje de corrección idiomática y, como consecuencia, su ortografía alcanzaba un nivel mucho más elevado que el que tienen los que, por ejemplo, acceden hoy a la Universidad”.
“El problema no es solo de ortografía. También, o más, de prosodia. Es decir, la organización de la sintaxis: los puntos, las comas… Entiendo “baca”, pero puedo no entender el discurso si no se organiza bien. Es difícil de marcar, pero no se esfuerzan”, plantea Flor Salazar, profesora de Filología Hispánica en la Universidad Complutense. “Por ejemplo, está muy de moda no poner las sangrías después del punto y aparte. Hemos copiado a los anglosajones y eso tenía su utilidad”, prosigue. “Yo, cuando era pequeña, todos los días hacía una redacción. Y es lo que deberían de hacer ahora. Redacción, redacción, redacción. Recuerdo a una compañera de facultad que, hace 40 años, tuvo un cero por escribir disminutivo”.
Amparo Medina Bocos, profesora jubilada de Lengua en secundaria, remarca también la importancia de las tildes. “No es lo mismo ‘revólver’ que ‘revolver,’ pero está socialmente mejor visto que escribir vailar. Hemos caído en la dejadez. En la calle lees cafeteria y antiguedades. Nada”.
“Si un estudiante escribe que la toma de la Bastilla tuvo lugar en 1787 es probable que no obtenga un sobresaliente, aunque quizá tampoco un suspenso. Pero si escribe que la toma de la Bastilla tuvo lugar en 1987, o —como parece que escribió una vez cierto estudiante— que lo que tuvo lugar en 1789 fue la toma de la Pastilla, entonces no necesita una calificación, sino en rigor un aviso de que no ha llegado a ponerse en condiciones de ser calificado en un examen de Historia”, opina José Luis Pardo, catedrático de Filosofía en la Complutense. “Creo que este es el mismo caso de las faltas de ortografía (cuando son graves): no es lo mismo si un alumno de primero de Filosofía escribe Witgenstein con una ‘t’ de menos que si escribe el dever ser con uve. Hay que suspenderle, claro está. No hay otra manera de hacerle notar que no cumple las condiciones, pero conviene que se entere de que ha suspendido no por falta de conocimientos, sino por no reunir las condiciones previas necesarias para poder ser calificado”. “Es como si en la escuela de ingenieros se preguntasen si hay que ser exigentes en la construcción de puentes o si se debe levantar un poco la mano, aunque algunos viaductos se caigan a la primera ventolera”.
Pardo modela a los próximos filósofos y José Manuel Sánchez Ron, en la Autónoma de Madrid, a los que un día serán físicos. Este cuatrimestre el académico de la Lengua ha decidido bajar la puntuación en Historia de la Ciencia, una asignatura optativa, por los fallos “aunque de una manera generosa, no condicionará su aprobado”. “He tomado esta decisión individual a la vista de que no conduce a nada decirles que presten atención porque saldrán mejor preparados”. El primer día de clase, el científico les recuerda la importancia de escribir bien. “Les digo que no soy su colega y, por tanto, que no pueden escribir como un SMS a los amigos”.
“Terminar con las faltas es complicado porque el resto de profesores consideran que es un tema de Lengua que no les compete y no bajan la nota”, lamenta Javier López, periodista de formación y docente de Lengua en el instituto Serranía de Alozaina (Málaga). Existe también la queja inversa: ¿si no le suspende el de Lengua, cómo lo voy a hacer yo en Historia? “El español no es patrimonio de los profesores de Lengua. Es de todos. Y cada uno en su ámbito tiene que enseñar su léxico y en clase de Matemáticas no puedes dejar que un niño escriba hangulo. No puedes”, razona Medina Bocos.
El descrédito del uso del lenguaje es tal que unas oposiciones a Policía Municipal en Las Palmas de Gran Canaria levantaron polvareda el año pasado por esta razón. Cien candidatos denunciaron ante el registro del Ayuntamiento la prueba ortográfica que solo aprobaron 17 de los 168 opositores. La prueba consistía en descubrir los fallos de 22 frases en 10 minutos. La cuestión es: ¿debe el Estado bajar el nivel requerido? “No es que las instituciones hayan de ser severas, sino justas”, matiza Gutiérrez, también catedrático de Lingüística en la Universidad de León. “Los que desean acceder a un puesto de la Administración no solo han de conocer los asuntos que atañen a la plaza a la que concursa, sino también a la lengua en que se expresan. Si los policías tienen que redactar informes o levantar actas, han de demostrar en la oposición que pueden hacerlo de forma correcta”.
La autora de este texto es Elisa Silió. Leer artículo completo en elpais.com. Foto: Consuelo Bautista. El lenguaje de los mensajes ha contaminado la redacción de los estudiantes.
El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
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