Organizadores comunitarios: el vínculo más directo entre la Fundación y las personas con discapacidad

Jueves, 1 de enero de 2015 | e6d.es
• Se encargan de detectar nuevos casos, realizar tareas de concienciación y organizar las consultas del personal sanitario sobre el terreno

El pequeño Gnaneswar abre los ojos como platos y observa todo cuanto ocurre a su alrededor. Las manos del traumatólogo Xavier Manubens le agarran con delicadeza el brazo derecho para examinarlo. Luego el izquierdo. El doctor Manubens tuerce el gesto mientras el bebé, absorto, juega a meterse la mano en la boca. “Presenta deformidades múltiples en las extremidades superiores”, dice. “No se puede operar todavía. Debemos esperar tres o cuatro años y ver cómo evoluciona”.
Una chica apunta su teléfono en un pedazo de papel y se lo da a la madre del bebé. Su nombre es Ramadevi y trabaja para la Fundación Vicente Ferrer (FVF) como organizadora comunitaria para personas con discapacidad. Ella se asegurará de concienciar a la familia del pequeño para que cuide de él. Les enseñará los ejercicios fisioterapéuticos necesarios para que la situación de Gnaneswar se agrave lo menos posible cuando, en un futuro, sea hora de decidir si se le somete a una cirugía.
Los organizadores comunitarios son el vínculo más directo entre la Fundación y muchas de las personas que atiende. “Su trabajo es el más básico de todos”, dice Manubens. “Conviven con la gente, y la única manera de cambiar una sociedad es desde dentro”. Se reúnen periódicamente con los vikalangula sanghams (asociaciones de personas con discapacidad), donde se encargan de detectar las necesidades sociosanitarias de la comunidad y decidir de qué manera aprovechan los recursos de la Fundación. Hasta ahora se han constituido 1.859 asociaciones de personas con discapacidad de la mano de la FVF, integradas por cerca de 24.000 personas.
Ramadevi tiene 28 años y se ocupa de gestionar 33 aldeas distintas en el área de Gorantla, en el distrito de Anantapur. De éstas, 22 tienen su propio vikalangula sangham. En el resto hay menos de cinco personas con discapacidad –el mínimo para formar una asociación-, por lo que Ramadevi se dedica a hacer su trabajo de concienciación yendo puerta por puerta.
Cuando anda, Ramadevi cojea de manera casi imperceptible. De niña tuvo la polio y le afectó la pierna derecha. A los 17 años pudo someterse a una cirugía que mejoró notablemente su movilidad. Fue en aquel momento cuando la Fundación la contrató. Desde entonces, recibe un sueldo mensual.
Varalakshmi y Esmarappa también trabajan como organizadores comunitarios para la Fundación en el área de Gorantla y, como Ramadevi, también padecieron enfermedades que afectaron la movilidad de sus piernas. De los 73 organizadores comunitarios de la FVF, 54 tienen alguna discapacidad. Uno de los técnicos ortopédicos que acompaña a Manubens, Nagui, argumenta que la contratación de personas con discapacidad no sólo favorece su integración, sino que también asegura una mayor empatía con las personas destinatarias del proyecto. “Soy padre de una persona con discapacidad. Ramadevi y Varalakshmi tienen una discapacidad. Nosotros conocemos los problemas que este colectivo encuentra en su día a día”, dice.
Manubens recuerda que una vez, cuando Vicente Ferrer aún vivía, se desplazó hasta una aldea remota para visitar pacientes en una consulta sobre el terreno. Los organizadores comunitarios del área, como de costumbre, se encargaron de gestionar la jornada para que el máximo número de gente pudiera ser atendida. Cuando regresó Manubens le dijo a Vicente que ese día se había dado cuenta de que la Fundación llega hasta los lugares más recónditos gracias al trabajo de los organizadores comunitarios.
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