Muthuyahappa y su equipo fabrican prótesis, muletas y sillas de ruedas para los niños de la India rural

Jueves, 4 de junio de 2015 | e6d.es
• “Hace años veía a los niños con discapacidad en las calles, ahora son adultos que me adelantan con la moto en la carretera”

Cuando le preguntas a Muthuyalappa por su trabajo, él explica que tratan de mejorar las condiciones de vida de aquellas personas que tienen alguna discapacidad física. Este técnico ortopédico se ocupa, junto a su equipo, de diseñar distintos dispositivos, desde prótesis, hasta muletas o sillas de ruedas para encontrar el que se adapte mejor a la persona tratada. En la India rural muchos sufren las consecuencias de la polio o amputaciones por accidentes. También las personas con parálisis cerebral están entre sus prioridades. El objetivo, para todas ellas, es potenciar al máximo su autonomía. Su implicación se deja notar en su sentido del compromiso y, sobre todo, en su entusiasmo: “me hace sentir feliz cada día”, dice. Muthuyalappa ha expuesto el trabajo en materia de prótesis y rehabilitación en diversos congresos a los que ha sido invitado, el último de ellos en Bangalore, ante especialistas de 8 países del sur de Asia.

¿Cómo comenzó tu vínculo con la Fundación Vicente Ferrer (FVF)?
La primera vez que oí hablar de la Fundación fue a través de mi tío. Vengo de una familia con escasos recursos económicos y de unos padres sin estudios. Siempre he tenido muy presentes los tres pilares que me llevaron a empezar a trabajar hoy aquí: la insistencia de mi tío sobre la importancia de la educación, la fuerza de mi madre y el apoyo de mi primera profesora. Gracias a su empeño y confianza me diplomé en Comercio. Cuando terminé de estudiar comencé a trabajar como profesor en una de las escuelas de refuerzo de la FVF. Dos años después me ofrecieron convertirme en trabajador sanitario del área rural, para lo cual fui a estudiar un año al estado de Tamil Nadu.

¿Y cómo comenzó tu trabajo como técnico ortopédico?
A comienzos de los años 90 la Fundación puso en marcha un programa de rehabilitación. Buscaban a personas sensibilizadas con la discapacidad y mi esposa, Lakshmidevi, tiene las dos piernas afectadas por la polio. En este momento de mi vida, con una hija pequeña, tuve un fuerte debate interno, pero finalmente me fui a Pondicherry a formarme como técnico ortopédico y fisioterapeuta. Vicente Ferrer fue pionero en poner en marcha un proyecto de diseño de prótesis para las personas con discapacidad.

¿Cómo fueron los comienzos?
Cuando abrimos el primer taller de ortopedia, parecía que la vida de una persona con discapacidad estaba absolutamente condicionada por esa discapacidad. Los dos primeros años nuestros profesores de Pondicherry nos dieron cursos de refuerzo periódicamente. Lo más difícil era motivar a las familias a venir y apostar por su rehabilitación.

¿Y hoy en día?
Desde que comenzamos, la FVF ha puesto en marcha cuatro talleres de ortopedia por los que han pasado más de 20.000 personas.

¿Qué pasos seguís cuando llega un paciente?
Tenemos que identificar, no sólo su discapacidad, sino también el entorno familiar y social en que se encuentra. Y explicárselo todo al paciente. Así sabremos si lo mejor es la rehabilitación, la ortopedia sin operación, la férula correctora o la cirugía. La clave del éxito está en motivarles, porque si abandonan no podemos hacer nada más. Por eso yo siempre digo que lo importante no es crear, sino continuar.

¿Qué repercusión tiene en la vida del paciente?
Para muchas personas es como volver a nacer. La primera repercusión es aumentar su movilidad, y la segunda integrar al paciente en la vida familiar. Ganar o recuperar autonomía viene de la mano de la tercera repercusión: lograr la aceptación de las familias y la comunidad.

¿Y cómo se les hace el seguimiento?
Dependiendo de la gravedad, hacemos el seguimiento en su casa o en la consulta. La persona encargada de la fisioterapia trata al paciente y a su familia para que puedan realizar la rehabilitación en casa y en las revisiones comprobamos que realicen los ejercicios correctamente. La rehabilitación funciona gracias a la cooperación familiar. En muchos casos quienes rehabilitan son ellos, no nosotros.
 
¿Qué has aprendido en una vida dedicada a trabajar en la Fundación?
Aquí hacemos trabajo social, nuestro beneficio es repercutir positivamente en la vida de las personas. Esto me lo enseño Vicente Ferrer, que fue un segundo padre para mí: recordar sus palabras y ver los resultados del trabajo bien hecho siempre me motivó a seguir. Cuando era joven nunca imaginé una vida como ésta. He cumplido con todos mis objetivos en lo personal y en lo profesional, a mí sólo me queda preguntar ¿quién necesita mi ayuda?
 
¿De qué te sientes más orgulloso?
De la transformación de la que he sido testigo. Hace años veía a los niños con discapacidad en las calles, después pasé a verlos en triciclo y ahora me adelantan con la moto por la carretera. Eso es, sin duda, un buen síntoma. 
El Seis Doble | Fundación Vicente Ferrer

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