Las dos caras de Paul Cézanne

Martes, 4 de febrero de 2014 | e6d.es
• “Fue el más rechazado de los pintores impresionistas, pero ahora es el más duradero”

Por los hipódromos de las vanguardias corría una máxima que iba prendiendo de café en café: "Hay artistas que no acaban de creer en las cosas si antes no las ha pintado Cézanne". Y es que el artista de Aix-en-Provence había concretado una pintura inconcreta donde todos los límites y perdían su significado para auparse como algo distinto, como una naturaleza que no es culpable, como un paisaje que no esconde su desviación de lo real, ni su rayo de estupores. Una Naturaleza que no era sometida, sino reubicada en las córneas del que mira como una fiesta mansa, muda y heráldica.
Cézanne empeñó buena parte de su vida (1839-1906) en esto mismo, quitarle a la Naturaleza su carga de concepto imposible. Y hacia ese espacio de su obra apunta ahora el Museo Thyssen-Bornemisza con una exposición reveladora, Cézanne. Site/non-site, de la que es comisario el director artístico de la institución, Guillermo Solana, y que reúne 58 piezas del artista junto a otras nueve de Pissarro, Paul Gauguin, Bernard, Georges Braque, Dufy y André Lhote.
Una expedición por las naturalezas muertas y los paisajes del de Aix. Una aventura insólita que recupera a este pintor incalculable después de más de 30 años sin que una exposición suya recalase por aquí. "Pero después de mucho trabajo hemos conseguido obras maestras necesarias para el argumento de la muestra", subraya Solana. Sus obras ya no se prestan. Sus obras arrasan todos los récords ('Los jugadores de cartas' fue adquirido por la familia real de Qatar por 250 millones de dólares, rompiendo todos los récords establecidos hasta ahora por cualquier artista). Sus obras son seña fundacional de la pintura moderna.
El paisaje y el bodegón son dos de las sendas que Cézanne trabajó durante toda su vida. Y a ambos géneros los fue dotando de calambre propio. Las naturalezas fueron mutando a paisaje y los paisajes a bodegón. Y aquellas formas sueltas de lo natural derivaron al final a líneas rectas, a zigzags, a ángulos, a una extraordinaria libertad de composición que sirvió a ciertos teóricos de las primeras vanguardias para ondear la obra de Cézanne como precursora del cubismo: "Y es cierto que algunas de sus pinturas finales resultaron fuente de inspiración para los primeros cubistas, a los que fascinó esa geometría de su última etapa creativa", subraya Solana. Es decir, hicieron de él un jefe de expedición de lo porvenir. El autor de este texto es Antonio Lucas. Leer noticia completa y ver hilo de debate en elmundo.es.