En Somalia, hasta que una menor no es mutilada genitalmente no ha entrado en la edad adulta

Miércoles, 17 de diciembre de 2014 | e6d.es
• “Mi hija será mutilada porque es una tradición familiar”

“Lo primero que hago es entumecer la zona con agua muy fría. Así no podrán sentir ningún tipo de dolor. Después realizo un corte rápido en la izquierda, luego otro a la derecha. Continuó cortando de abajo a arriba. Para terminar, lo coso todo con una aguja bien gruesa e hilo. Dejo sólo un pequeño agujero para la menstruación y la orina”, relata Idil Yusuf Ahmed, quien sostiene a su recién nacida en el regazo.
Las manos de esta mujer, madre de ocho hijos (tres de ellos niñas), recrean con absoluta frialdad el procedimiento que sigue cada vez que mutila a una niña en este campo de desplazados de Al-Cadaala, a 10 kilómetros de la ciudad de Mogadiscio. Una sonrisa se dibuja en la comisura de sus labios mientras explica cómo se gana la vida. Es, a pesar de su frialdad a la hora de relatar esta brutal tradición, una persona respetada en la comunidad.
Idil es la comadrona de este campo y sus manos han mutilado a centenares de niñas en los últimos tres años, el tiempo que lleva viviendo en este trozo de tierra lleno de polvo, arena y tiendas de colores, que albergan a más de 100.000 desplazados internos. Ella tiene el don de convertir a las niñas en mujeres. Y es que, en Somalia, hasta que una menor no está mutilada genitalmente no se considera que haya entrado en la edad adulta y que se encuentra lista para casarse y tener hijos (suele hacerse a partir de los 12 y 14 años). Idil, por supuesto, no tiene ningún tipo de formación médica y el instrumental que usa para este ritual jamás ha sido desinfectado. De hecho, la sangre seca de la última ablación sigue impregnando la hoja del cuchillo con el que mutila a las adolescentes.
Esta mujer es experta en lo que se conoce popularmente en Somalia como "ablación faraónica", la más brutal de todas. “Es la forma más agresiva de Mutilación Genital Femenina (MGF) y consiste en la extirpación de los labios mayores y menores y del clítoris. Después se cose ambos lados de la vulva hasta que está prácticamente cerrada dejando un único orificio. Es una práctica inhumana y brutal que causa cientos de muertos al año en Somalia”, denuncia Sagal Sheid Ali, trabajadora social en Somali Women Development Center (SWDC).
Entre 100 y 130 millones de mujeres han sufrido algún tipo de MGF. Es un tradición que pasa de generación en generación y que está presente en 28 países de África, pero que también ha comenzado a desembarcar en Europa, Oriente Medio y Europa. El 95% de las somalíes están mutiladas; es el país del mundo donde más se realiza esta práctica, según un informe de Save the Children. “No es una cuestión religiosa porque va en contra del Islam. Es algo cultural y que pasa de generación en generación y se ha convertido en algo habitual entre las mujeres de Somalia”, denuncia Sagal.
La mutilación genital femenina es una práctica más antigua que el cristianismo y el islamismo. Aunque debido a un Hadiz (palabras atribuidas al profeta Mahoma), relatado por Umm ‘Atiyyah, en el que se refiere a esta práctica se cree que es propia de esta religión. “Una mujer acostumbraba a practicar la ablación en Medina. El Profeta dijo: 'Cuando amputes los genitales a una mujer no cortes demasiado de su miembro, para que tenga la cara más luminosa y sea más amistosa con su marido”. En las interpretaciones del Hadiz se dice que solo es cortado el prepucio del clítoris y no el propio clítoris.
Pero, según algunos estudiosos, la práctica de la mutilación genital femenina es muy anterior al islam. Algunos sitúan su origen en el antiguo Egipto. Por ello, la mutilación más agresiva, la infibulación, se denomina ablación faraónica. Un papiro griego fechado en el año 163 antes de Cristo menciona la operación que se les realizaba a las niñas en Memphis, Egipto, a la edad en la que recibían su dote, lo que respaldaría la idea de que la mutilación genital femenina se originó como una forma de iniciación para las mujeres jóvenes.
Visto como una deformidad y un motivo de vergüenza, el clítoris generaba irritación por el roce continuo contra las ropas, lo que estimulaba el apetito por las relaciones sexuales. Ante esta situación, los egipcios consideraban adecuado extirparlo antes de que se volviera demasiado grande, “especialmente cuando las niñas estaban a punto de contraer matrimonio”, escribió el físico griego Aetios en su obra Ginecología y Obstetricia del siglo VI después de Cristo. Leer noticia completa en elpais.com.


FOTOGALERÍA: Mutilación genital en Somalia