En cuaresma democrática

La decimocuarta semana antes de la fiesta de las urnas,  fiesta de la "pascua democrática" por ser el paso de una era a otra, coincide con la tradición cristiana de la cuaresma, la cual se caracterizaba, antiguamente, por su clima de miedo y castigo que la derecha quiere volver a utilizar ahora para ganar votos. También, durante esta cuarentena, se obligaba a practicar la penitencia de ayunar y de no comer carne. Pero, como dicen los que quieren justificar la existencia de la casta, "siempre han habido clases", y la clase "privilegiada" pagaba la "bula papal" para poder degustar tal manjar. Los pobres, bajo la amenaza del pecado y del castigo del infierno, otra vez el miedo, comían lo que podían o lo que encontraban. Ahora, cuando las organizaciones solidarias reparten bolsas de alimentos a los empobrecidos, cuando la beneficencia, la limosna y la caridad están sustituyendo al Estado del Bienestar, es importante que las diferentes alternativas políticas definan qué hacer con el Estado del Bienestar, cómo consolidarlo, cómo hacerlo sostenible y cómo practicarlo ahora que el PP, con la escusa de la racionalización y de la sostenibilidad de las administraciones, lo quieren alejar de las decisiones municipales. La casta y la clase privilegiada no lo ha necesitado nunca porque siempre ha tenido recursos para pagarse los servicios privados, a excepción de los servicios hospitalarios públicos que siempre han sido los mejores, aunque muchos aprovechados no pagaran sus impuestos, ayudados por la ingeniería contable de sus bufetes. Para los que dicen ser católicos, conviene recordar que la misma Biblia avisa: " Si supierais lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificios, no hubierais condenado a los inocentes". Creo que este es el inicio de lo que modernamente llamamos "Justicia Social", cuyo día mundial se celebra el 20. Dice el mensaje oficial: "La brecha que existe entre los más pobres y los más ricos en el mundo es considerable y está creciendo. [...] Debemos hacer más para empoderar a las personas mediante el trabajo decente, brindarles apoyo a través de la protección social, y velar por que se escuchen las voces de los pobres y los marginados.» Hermosas palabras pero ¿Se cumplen? "La justicia social es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera, dentro y entre las naciones. Defendemos los principios de justicia social cuando promovemos la igualdad de género o los derechos de los pueblos indígenas y de los migrantes. Promovemos la justicia social cuando eliminamos las barreras que enfrentan las personas por motivos de género, edad, raza, etnia, religión, cultura o discapacidad". Y para confirmar esto, el pasado día 3, el Papa Francisco, al cerrar el proceso de beatificación, dijo: "El Obispo del Salvador Óscar Romero es ya mártir de la fe,  fe que ahora  se identifica con la justicia social.  Para todos aquellos que le queremos, San Romero ha sido y sigue siendo testigo y promotor del valor de los hombres concretos y en especial de los más pequeños, en una sociedad como la nuestra, donde algunos se elevan y triunfan matando (o dejando morir) a los pobres, por motivos económicos y políticos". La Teología de la Liberación está de enhorabuena. ¿Cómo se posicionan las candidaturas progresistas ante esta necesidad de practicar la Justicia Social aquí, ahora y  sin rodeos?  Los votantes esperamos propuestas ilusionantes y reales.