Clica a la foto per ampliar
El viejo Sardinero
“Me quedo con la añoranza que demostró acerca del deleite de haber actuado en uno de los campos clásicos, de los de antes, ¡otra catedral!”
Suelo llegar a los partidos una hora y media antes del comienzo. Después de las oportunas gestiones, hoy, lo que me ha sobrado es tiempo. Ha sido un domingo gélido de invierno, en uno de los muchos partidos que se habrán celebrad. En la espera, me he encontrado al buen amigo Javier Moscardó y, por unanimidad, hemos tomado la decisión de tomar un café con leche calentito para “matar” el tiempo y la baja temperatura.
Javier tiene un buen historial dentro del mundo del arbitraje; en su día llegó a ser asistente, por entonces linier, en primera división. Siempre que estoy con alguien con notables antecedentes futbolísticos tengo la sutil habilidad de sonsacarle historias entrañables de su pasado. Es un hábito al que no puedo resistirme.
Algo más templados ya, se provocó la tertulia con sabor añejo que pretendía. De todos las materias que tratamos, me quedo con la añoranza que demostró Javier acerca del deleite de haber actuado en uno de los campos clásicos, de los de antes, ¡otra catedral! Nada más y nada menos que el viejo Sardinero de Santander.
Al llegar a casa me apetecía escribir una entrada en este diario. ¿De qué escribo hoy? La duda fue breve. Estas líneas merecían una consideración al Sardinero y al amigo Javier. Ahí quedan.
Javier tiene un buen historial dentro del mundo del arbitraje; en su día llegó a ser asistente, por entonces linier, en primera división. Siempre que estoy con alguien con notables antecedentes futbolísticos tengo la sutil habilidad de sonsacarle historias entrañables de su pasado. Es un hábito al que no puedo resistirme.
Algo más templados ya, se provocó la tertulia con sabor añejo que pretendía. De todos las materias que tratamos, me quedo con la añoranza que demostró Javier acerca del deleite de haber actuado en uno de los campos clásicos, de los de antes, ¡otra catedral! Nada más y nada menos que el viejo Sardinero de Santander.
Al llegar a casa me apetecía escribir una entrada en este diario. ¿De qué escribo hoy? La duda fue breve. Estas líneas merecían una consideración al Sardinero y al amigo Javier. Ahí quedan.
Ramón Alfil
El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
-
0ComentarisImprimir Enviar a un amic
-
Notícies similars
-
Un triunfo por 0-5 en el viejo Sardinero rubricó el único título liguero de los verdiblancos
Hi ha 0 comentaris / Llegir més
-
El Sardinero no puede dejar de vibrar
Hi ha 0 comentaris / Llegir més
-
Recreación de un relato del ‘Negro’ Fontanarrosa
Hi ha 0 comentaris / Llegir més
