El «pequeño Nicolás»: psicótico, trastornado o simple «bandolero del siglo XXI»

Martes, 9 de diciembre de 2014 | e6d.es
• Varios expertos analizan el comportamiento del joven que dice estar al servicio de las altas esferas del poder político y económico

Colaborador del CNI y de vicepresidencia del Gobierno en los asuntos más delicados del Estado. Conseguidor de información privilegiada capaz de dinamitar el independentismo en Cataluña. Mediador para lograr que la infanta Cristina tenga un horizonte judicial «bueno para España». Todo esto y mucho más dice ser Francisco Nicolás Gómez Iglesias, conocido como «el pequeño Nicolás», quien, a sus poco más de veinte años, bien podría haber sido, hasta su detención el pasado 14 de octubre, uno de los hombres más ocupados de España. Siempre, claro está, que sea cierta su versión de los hechos.
El informe forense del que se valió el juzgado tras su detención observaba en Francisco Nicolás «una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco». Sin embargo, tras su reciente exposición a los medios y, siempre desde la cautela y limitaciones que implica no haber realizado personalmente una exploración psiquiátrica, cuatro expertos se cuestionan el diagnóstico. A su juicio, se podría apreciar en él síntomas de una psicosis expansiva, de delirios megalomaníacos, de un trastorno de la personalidad, de una personalidad narcisista. Sin remordimientos. Sin consciencia de la mentira. O también todo lo contrario y ser, simplemente, «el nuevo bandolero del siglo XXI».
«A primera vista no parece un psicótico, pues su desparpajo y capacidad para las relaciones sociales no son propias de las psicosis», opina Leopoldo Ortega Monasterio, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Forense. «No obstante existen algunas modalidades de psicosis "expansivas", como podría ser el presente caso, en el que el sujeto se implica activamente en relaciones interpersonales desde sus vivencias delirantes de grandeza».
Tampoco está de acuerdo con el diagnóstico forense el doctor José Carlos Fuertes, psiquiatra experto en medicina legal y forense. «A la luz de los acontecimientos, resulta un diagnóstico probablemente inexacto, siempre hablando por lo visto en los medios».
Una psicosis es una enfermedad mental grave. Quienes la sufren no son conscientes de las mentiras que inventan. El delirio se vive como una convicción. La lógica no sirve para hacer ver la realidad. No hay remordimiento porque hay un convencimiento pleno de los contenidos de su discurso. No existe la autocrítica. «Si ciertamente padece un trastorno delirante se le puede llegar a aplicar un eximente o atenuante ante su comportamiento antinormativo», asegura Ortega Monasterio. Es decir, pese a estar acusado de falsedad documental y estafa, el «pequeño Nicolás» podría ser inimputable.
 
Patrón general de grandiosidad
Pero existen otras opciones. «Hay algunos datos que apuntan a la probabilidad de que tenga un trastorno de personalidad, al que habría que ponerle un “apellido”», dice Fuertes. En su opinión, las apariciones televisivas de Francisco Nicolás evidencian sus rasgos histriónicos y narcisistas, así como una tendencia a la manipulación, a la seducción, al cinismo y una aceptable inteligencia.
En este sentido coincide con Héctor Peraza, especialista en evaluación psicológica y forense. Aunque prefiere ser cauto, en cuanto a las dificultades de discernir cualquier trastorno con tan solo la información de la que dispone, «sí existen rasgos de personalidad narcisista». Entre sus características, según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-IV-TR, se encuentra un patrón general de grandiosidad, una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empieza al principio de la edad adulta.
El comportamiento de Francisco Nicolás en el programa «Un tiempo nuevo» de Telecinco, en el que participó el pasado 23 de noviembre, encaja entre las características que detalla Peraza. En sus respuestas no faltan ciertas dosis de chulería —llega a asegurar: «Seducir solo seduzco a las mujeres y espero que siga siendo así»—, muestras de superioridad y críticas a todo aquel que no sea él mismo, desde el presidente del Gobierno «que habla, de forma intolerable, a través de un plasma» hasta la jefa de prensa de Casa Real por sus «comunicados chapuceros» o el gremio de periodistas «que no contrastan su información». Leer noticia completa en abc.es.