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 24/06/2014

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Dejen de gravar a los enfermos

El autor hace un llamamiento a los países BRICS para que presionen unidos por la eliminación de aranceles farmacéuticos



Con frecuencia el debate sobre el acceso a medicamentos asequibles en los países emergentes y en desarrollo pasa por alto un tema crítico: los Gobiernos de estos países habitualmente cargan aranceles y otros impuestos a medicamentos que son de vital importancia. Si bien estas medidas tienden a ser generadoras de ingresos modestos, hacen que los fármacos afectados se encarezcan, lo que puede ponerlos fuera del alcance de muchas de las personas que más los necesitan.
Al igual que los países desarrollados, los países emergentes y en desarrollo importan algunos —o prácticamente todos— sus medicamentos, el costo de las cuales es cubierto principalmente por los propios pacientes, debido a la falta de seguro de salud en dichos países. Los ciudadanos de la India, por ejemplo, pagan de su propio bolsillo el 70% de sus gastos de atención médica. Habida cuenta de que los aranceles y otros impuestos aumentan los costos de los fármacos hasta en dos tercios en algunas zonas, aun los medicamentos genéricos más básicos se tornan inasequibles para los más pobres. Tal como se determina en un informe de investigación de la universidad de Dehli, dichos gravámenes son esencialmente un “impuesto que deben pagar los enfermos”, el mismo que el Gobierno podría eliminar fácilmente.
La historia es similar en muchos mercados emergentes. Según un estudio realizado en el año 2012 por la Organización Mundial del Comercio, Argentina, Brasil, India y Rusia imponen aranceles de alrededor del 10% a los medicamentos importados, mientras que Argelia y Ruanda, por ejemplo, mantienen una tasa de 15%. El arancel en Yibuti es del 26%. Como señaló el informe, es difícil entender por qué los países pequeños mantienen aranceles altos para los productos de salud – una medida que sólo sirve para hacer aumentar los precios internos.
Pero los aranceles son sólo una parte del problema. Muchos países también gravan con fuertes impuestos su venta. Brasil impone una tasa del 28% a los medicamentos de venta con receta, mientras que en la India dichos productos están sujetos a un 5% del impuesto al valor agregado y a un impuesto de educación del 3%, de manera adicional a los impuestos estatales que se encuentran dentro de un rango del 5% al 16%.
Los países en desarrollo justifican estos impuestos alegando que financian el gasto social. Sin embargo, en el año 2011, la India recaudó más en impuestos a los medicamentos de lo que el Gobierno gastó en ellos para el público. La crisis de los servicios de salud de este país podría aliviarse si el Gobierno dejara de elevar artificialmente los precios de los fármacos que las personas necesitan.
Es más, a pesar de las presiones fiscales, parece altamente retrógrado, por no decir perverso, imponer la mayor carga financiera a aquellos con estados de salud más deficientes (y quienes, se presume, constituyen el grupo objetivo al que se dirigen dichos programas sociales). También es económicamente contraproducente. Aumentar los precios de medicamentos reduce el uso, lo que lleva a más enfermedades, menor productividad y un menor crecimiento del PIB.
Hay una mejor manera. Varios países, entre ellos Colombia, Etiopía, Malasia, Nicaragua, Pakistán, Tanzania y Uganda, han reducido sustancialmente o han eliminado tales aranceles e impuestos a estos productos. Los resultados han sido espectaculares. Después de que Kenia eliminase los aranceles e impuestos a los productos contra la malaria se informó de una disminución del 44% en la mortalidad infantil y en tal enfermedad entre 2002 y 2009.
India y China, en su calidad de principales exportadores farmacéuticos, son países que están claramente interesados en que los aranceles para ello sean más bajos a nivel mundial. India, país que es aclamado como “la farmacia del mundo en desarrollo”, es uno de los mayores exportadores de medicamentos terminados, mientras que China produce entre el 70 al 80% de los ingredientes activos de estos fármacos.
La abolición de los aranceles farmacéuticos seguiría el ejemplo establecido por los países desarrollados cuando ellos crearon la Organización Mundial del Comercio (OMC) hace dos décadas. Tal como declaró la Organización Mundial de la Salud (OMS): “Los Gobiernos deberían gravar las cosas que enferman a las personas, no las cosas que las sanan”. Leer noticia completa en elpais.com.
El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
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