Llaurí apuesta por la economía del bien común

El ayuntamiento se encomienda a pequeños proyectos a coste cero para ayudar a los vecinos a salir de la crisis al considerar que ha perdido el tren de la industria

Un polígono industrial desierto, macroproyectos urbanísticos que preveían construir 12.460 viviendas soterrados bajo los escombros del estallido de la burbuja inmobiliaria, una tasa de desempleo disparada a niveles históricos y un ayuntamiento endeudado con dificultades para prestar los servicios más básicos, han convertido a Llaurí en una de las poblaciones con uno de los futuros inmediatos más negros de la Ribera Baixa, en la que no pocos de sus habitantes todavía, paradójicamente, esperan el retorno de los añorados tiempos del «boom» de la construcción.
Precisamente, a todos ellos se dirigía esta semana con meridiana claridad el edil de Medio Ambiente de la localidad, Vicent Pérez: «Estas personas deben despertar y olvidar que los tiempos de la burbuja van a volver», señalaba tras anunciar que el consistorio se muestra favorable a amparar acuerdos entre apicultores y propietarios de campos abandonados cerca de la zona montañosa para que los abejeros puedan instalar en ellos sus colmenas a cambio limpiar las tierras y ahorrar a sus titulares ese gasto.
Se trata de una de las pequeñas iniciativas a coste cero que trata de poner el ayuntamiento en marcha basándose en la llamada economía del bien común, un proyecto promovido por el economista austríaco Christian Felber que pretende implantar y desarrollar una economía sostenible  y alternativa a los mercados financieros, en la que necesariamente deben participar las empresas. Una filosofía económica alternativa al atroz capitalismo de corte neoliberal, pero también a la economía planificada.
Sin embargo, no es la única propuesta lanzada o apoyada por el consistorio en ese sentido. Un grupo de vecinos voluntarios han iniciado desde hace algo más de un año la recuperación de la montaña de Llaurí, declarada paraje natural municipal. La labor desinteresada de los miembros de la Associació Amics de la Muntanya de Llaurí (AMLL) ha permitido reabrir sendas, crear pistas e, incluso, diseñar mapas que sirven como guía para realizar ecoturismo.
Una modesta subvención de la Agencia Valenciana de Turismo, por importe de 3.596,90 euros, sirvió para señalizar el paraje. Esta ayuda fue posible gracias al trabajo de la AMLL, de la que también forma parte Pérez. «Entre otras cosas, por acceder a estas subvenciones, la Agencia nos pedía haber realizado algunas cosas en materia de turismo», indica. Una nueva muestra de la colaboración entre ciudadanos e instituciones buscando el bien común.
Justamente, el fomento del turismo rural es una de las salidas a la parálisis económica del municipio que contemplan las autoridades locales. «Desde mi punto de vista hemos de apostar por un pueblo desligado de la industria porque hemos perdido ese tren», sostiene Pérez con contundencia. En esa línea y tras años viviendo de espaldas a ella, algunos sectores de la población han decidido volver su mirada hacia su principal recurso natural, en el que no pocos ven una gallina de los huevos de oro capaz de atraer a turistas.
«Todo este trabajo de la AMLL y el ayuntamiento, que a algunos les podrá parecer inútil, sirve para impulsar otro tipo de economía, hasta ahora desconocida en nuestro pueblo, la del turismo de montaña, que puede aportar ingresos a los distintos comercios de la población e intentar que la gente se dé cuenta de que con la llegada de gente forastera y con la limpieza y señalización de senderos se abre la puerta a nuevos ingresos», apunta Vicent Pérez.

Plazas hoteleras
Como por ejemplo, los generados gracias a la necesidad de plazas para pernoctar. Con más de un centenar de viviendas vacías, Pérez cree que una forma de crear autoempleo sería rehabilitarlas o reconvertir las que estén en buen estado en casas rurales, un tipo de alojamiento que a penas cuenta con un establecimiento actualmente en todo el término municipal y que a lo largo de todo el año y promocionándose a través de internet logra atraer huéspedes nacionales y extranjeros.
Aunque todo lo anterior no es suficiente. Dentro de la apuesta por nuevos valores y yacimientos de empleo, el consistorio también se plantea fomentar la agricultura ecológica. Con un importante número de campos abandonados, otra de las posibles alternativas que baraja la concejalía de Medio Ambiente para dinamizar la economía local y evitar los problemas derivados del abandono de las tierras –como los incendios y la proliferación de ratas y plagas de insectos- es la creación de una bolsa de tierra que promueva el alquiler de las parcelas en desuso para el cultivo de verduras y hortalizas de agricultura integrada. Ello, junto a la posible autorización para la celebración de un mercado de productos ecológicos, es vista como una salida para los parados de la población.
No se trata de grandes proyectos, como se acostumbró a hacer en el pasado y cuyo fracaso salta a la vista, sino de «impulsar un tipo de vida distinto al que ha estado fomentándose estos últimos años desde las Administraciones públicas».  Salva Vives.  Leer noticia completa en Levante-EMV