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 24/06/2014

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Diez pautas para padres de niños/as desobedientes

Mantener un horario y un ritmo de vida estable es un paso muy importante para corregir ciertos comportamientos


Consideraciones generales
Los niños desobedecen las órdenes de los adultos a menudo. Es su forma de descubrir dónde están los límites y de intentar mostrarnos su “independencia”.
Cognitivamente los ”NO” sólo se empiezan a entender a partir de los 3 años, coincidiendo con la etapa de la comprensión de palabras y oraciones. Es a partir de esta edad cuando podremos dialogar con ellos, explicar las normas y sus consecuencias. Hasta entonces, hay que corregirles y guiarles. Las frases a esta edad, deberían estar enfocadas de manera afirmativa. Por ejemplo, en vez de decir “no tires tus juguetes”, es mejor decirle “deja los juguetes en el cesto”. Cuando el niño hace lo que le pedimos, siempre hay que acabar con un elogio, como “muy bien”.
Es conveniente hablar con la familia una vez que hayamos decidido ignorar los malos comportamientos del niño, para que todos actúen con él de la misma forma.
 

¿Cómo podemos actuar?
1. Haz una lista de normas claras. Tienen que ser claras y razonables. También deben estar adaptadas a la edad de cada niño/a. No se debe exigir nunca más de lo que el/la pequeño/a pueda conseguir y es aconsejable explicarle siempre el porqué de cada norma y en qué le beneficia
2. Relacionar actos con consecuencias. Debemos intentar que relacionen sus actos con las consecuencias que se derivan de ellos. Por ello es importante actuar inmediatamente sino obedece; no entréis en pelea. (En el caso anterior, apagar la televisión y llevarle a su cuarto a hacer los deberes)..
3.Utiliza reforzadores. Los premios no tienen por qué ser siempre cosas materiales. Se puede premiar de muchas otras maneras: dedicar una tarde a jugar con él/ella, llevándole al parque, etc. Los reforzadores materiales y los de actividad son los más potentes, por lo que es aconsejable utilizarlos en los primeros momentos del aprendizaje de una conducta. También hay que tener en cuenta que han de cambiarse para que no produzcan saturación o aburrimiento. Cuando se utiliza un reforzador de este tipo debe ir acompañado de un reforzador social, para paulatinamente poder suprimir el material, con el objetivo de que sea el reforzador social el que mantenga la conducta. El efecto saciante puede evitarse con el reforzador cambiable-fichas, puntos- el material debe ir acompañado del social para que sea éste el que después de un primer momento sea suficiente.
A la hora de aplicar los reforzadores es preciso tener en cuenta algunos principios fundamentales:
a) Cuando una conducta es compleja, hay que reforzar cada uno de los pasos de que se compone, y no esperar a que la conducta se de en su totalidad.

b) Cuando la conducta se aprende y se da con cierta frecuencia, conviene dejar de reforzarla de forma continua para pasar a reforzarla de forma intermitente.
Asegurarse de que la consecuencia negativa que sigue a un mal comportamiento no suponga de alguna manera una recompensa para el/la niño/a. Por ejemplo, si mandamos al/la niño/a a su habitación, cuando en ésta tiene el ordenador, sus juguetes, libros, etc, no supondrá un castigo para él. O si, mediante el supuesto castigo, consigue dejar sin terminar algo que debe de hacer cuando por pelearse con su hermana, le mandamos a su habitación.
4. Mantener un horario y un ritmo de vida estable es un paso muy importante para corregir a un/una niño/a desobediente. Si el/la niño/a se acuesta tarde y come a cualquier hora, en definitiva, lleva una vida caótica y será incapaz de guiarse por normas o límites cuando exista.
5. Dar ejemplo. Los/as niños/as se fijan en nuestro comportamiento más de lo que creemos. Nuestro comportamiento va a influir mucho en él/ella. El cómo reaccionamos ante las situaciones cotidianas, en la forma de reaccionar ante su conducta, en la forma de hablar, etc. En definitiva, en todo nuestro comportamiento. Ellos aprenden a imitar todo lo que oyen y ven más que lo que se les ordena que hagan. Debemos hacer que el/la niño/a obedezca ciertas normas, pero nosotros debemos dar ejemplo. Por eso, por ejemplo, no podemos castigarle por gritar si nosotros lo hacemos continuamente.
6. Técnica del disco rayado. Si el/la  niño/a trata de evadir lo que tiene que hacer se repite como un disco rayado. Tienes que terminar la comida, llevar tu plato a la cocina y lavarte los dientes. De manera que el/la niño/a se dé cuenta que llore, se enfade o grite no logrará nada.
7. Ignorar la conducta desobediente evitando, de esta forma, reforzar los comportamientos negativos. Muchas veces, los padres, de manera involuntaria, refuerzan ese comportamiento negativo y por tanto, influyen en la repetición del comportamiento desobediente. En muchas ocasiones, obtienen como premio ser el centro de atención durante unos momentos. Es evidente que no se pueden ignorar las conductas peligrosas, como correr por la carretera, subirse a las estanterías o jugar con los enchufes. Tampoco se pueden ignorar conductas intolerables, como pegar o morder
8. Utiliza el estilo educativo democrático. El estilo democrático se refiere también a los padres con elevado control, pero flexibles, que dan explicaciones a los/as niños/as acordes a su edad. Son padres afectuosos, que piden a sus hijos/as que asuman responsabilidades, también acordes a su capacidad. La comunicación familiar es buena. Son padres preocupados que ayudan a sus hijos en la toma de responsabilidades sirviéndoles de guía en tareas cada vez más difíciles, pero dejando que sean ellos las que las solventen. Este estilo genera niños con buenos niveles de autocontrol y autoestima, capaces de persistir en tareas, hábiles para las relaciones personales. Niños independientes, pero cariñosos con un sistema moral propio.
9. Centrarse en la situación actual y no recriminar situaciones pasadas. Evitar utilizar etiquetas con adjetivos “descalificativos” y las generalizaciones.
10. Anímale cuando actúa bien, reforzando ese comportamiento, prestándole atención cuando obedezca y tenga buena actitud y comentándole que esa es la forma como debe comportarse. “Que bien lo haces, que orgulloso/a estoy de ti, cuanto te has esforzado” o frases similares recompensan al/la niño/a e invitan a los que no se portan bien a cambiar su actitud.

Hay que tener en cuenta que hoy en día, el seguir estas pautas es complicado, ya sea porque los padres trabajan todo el día y llegan cansados para llevarlas a cabo, porque no haya coordinación por parte de todos los miembros de la familia, etc., pero hay intentar aplicarlas en la medida de las posibilidades de cada uno, por la educación de los más pequeños.

Finalmente, no hay que olvidar que estas pautas son generales y que cada niño/a tiene un carácter y unas peculiaridades. Por ello, recomiendo acudir al psicólogo/a cuando a pesar de seguir estas pautas durante un tiempo razonable, el/la niño/a siga sin hacernos caso o cuando aparte de la desobediencia, el/la niño/a cumpla los siguientes criterios:

Parece que está sordo/a cuando se le habla.
Hay que repetirle todo veinte veces hasta que lo hace.
Deja la mayoría de cosas sin terminar.
No se entretiene con nada.
Es muy despistado/a, se olvida lo que debería hacer.
No sabe organizar sus tareas ni su tiempo.
Necesita atención y supervisión continuas.
Su desobediencia o rabietas son anormalmente intensas o continuadas.
No se está quieto/a ni un solo minuto.
Desafía a los mayores.
No se atiene a ninguna norma.
Es anormalmente agresivo/a, etc.
María José Carbonell
Psicóloga
El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
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