Cuando Sollana se erigió en república soviética

Lunes, 21 de julio de 2014 | e6d.es
• Un hecho insólito que deja patente el carácter conflictivo que marcó a la II República también en la Ribera
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Probablemente Stalin dormía plácidamente en sus aposentos de Moscú ajeno a la revolución que un grupo de anarquistas perpetraba a unos 4.095 kilómetros de distancia en un pequeño rincón de la entonces España republicana. Eran las tres y media de la madrugada del 26 de enero de 1932 cuando unos forasteros, según la prensa de la época, instauraron en la localidad de Sollana la república soviética.
Tan cómico como real. El municipio se sumaba así a Rusia, Bielorrusia, Transcaucasia y Ucrania que el 28 de diciembre de 1922, una década antes, habían acordado la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Sollana era, pues, el quinto «Estado» de la unión. Adquirió esta condición adhiriéndose al bloque comunista mucho antes que otros países socialistas. Pero al margen de consideraciones más o menos irónicas, no fue un suceso de calado menor. Los acontecimientos se saldaron con tres heridos de bala. Un escándalo que trascendió a la actualidad nacional y que recogen muchos libros de historia.
Todo empezó al anochecer del lunes 25. Según la prensa del miércoles siguiente, se advirtió la presencia de grupúsculos anarquistas que repartían propaganda por los sindicatos obreros y otros centros de reunión. Alrededor de las tres y media numerosos disparos en distintas direcciones despertaron al vecindario.
Varios sollaneros salieron a la calle para ver qué pasaba y al advertir la presencia de los revoltosos volvieron a encerrarse en sus domicilios, temerosos de lo que ocurría. Sobre esa misma hora, testigos presenciales aseguraron que los exaltados se dirigieron a la casa parroquial. Allí llamaron a la puerta con el fin de solicitar al cura, don Pascual Ortiz, que acudiera a dar la extremaunción a un moribundo, aunque todo indica que su verdadera intención era sacarlo a la calle y hacerlo preso.
Éste no cayó en la trampa y logró librarse de las ansias de venganza que encendían a los revolucionarios, aunque solo por el momento. Seguidamente, tras el intento fallido de prender al religioso, se dirigieron al ayuntamiento. No les costó demasiado tomarlo. De inmediato sacaron los archivos municipales a la plaza y los quemaron.
 
Capitulación al alba
Al amanecer, Sollana había capitulado. La enseña tricolor republicana fue arrancada del balcón central de la casa consistorial y en su lugar se izó la bandera roja. No se respetaron ni los símbolos del nuevo régimen democrático. A las siete de la mañana, los rebeldes se presentaron en el mercado lo disolvieron y obligaron al sereno, Tomás Méndez, a que proclamara la noticia: Sollana era soviética. Leer noticia completa en levante-emv.com.