Crónica de una carretera de muerte, la CV-520 de Catadau a Benifaió
La CV-520 es el único vínculo de comunicación que existe entre Llombai, Catadau y Alfarp y la A-7
Bien es cierto que desde aquella aciaga fecha -como ya recordamos en su momento- fueron eliminados tres enormes obstáculos: el cruce con la antigua N-340 (hoy autovía), transformado en tramo subterráneo; el viejo puente sobre el río Magro (sustituido por otro casi adosado), y el paso a nivel del Almaguer, causa todos ellos de no pocas tragedias humanas. No obstante el riesgo continúa siendo inmanente, dado que la calzada en toda su longitud es estrecha, carece de arcén y en tan sólo diez kilómetros existen más de veinte curvas, algunas en forma de ese e incluso con el peraltado a la inversa. En estricta objetividad informativa nunca hemos regateado nuestro parabién a la Diputación de Valencia, que tan plausible acción de ayuda y asesoramiento ejerce en favor de nuestros pueblos. Y en lo relativo a la vía en cuestión reconocemos que la Corporación Provincial -presidida con indiscutible acierto por Alfonso Rus- atiende con interés la conservación del firme y limpieza de márgenes. Pero esos 'cuidados' no dejan de ser parches provisionales que no solucionan el verdadero problema, no lo subsanan de manera definitiva. De ahí que el imprescindible Ayuntamiento de Ayuntamientos, sensible a las necesidades del Marquesat intentase acabar con la preocupante situación poco antes de aflorar la crisis que padecemos, elaborando al efecto un plan de reforma y ampliación de la malhadada carretera en el que se contemplaba pasar de los siete metros de ancho actuales a los once o más previstos en el proyecto, y que hoy se halla paralizado, como otros arrinconados a la fuerza.
A lo dicho añadiremos que la CV-520 es el único vínculo de comunicación que existe entre Llombai, Catadau y Alfarp y la A-7, y el idóneo para desplazarse en coche hasta la capital los más de siete mil habitantes residentes fijos y otros tantos temporales que disfrutan de las urbanizaciones de la zona, en donde no hay que olvidar radica el puesto especial de la Guardia Civil de la Ribera, con más de cuarenta efectivos. José Forés Lahoz. Leer crónica completa en Las Provincias
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